Revista Amazónica y Ciencia y Tecnología, Ene. - Abr. 2019 Volumen 8 (1): 52 - 61
Revista Amazónica Ciencia y Tecnología
ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
Impresa ISSN 1390-5600 ● e-ISSN 1390-8049
Saberes ancestrales agropecuarios en la Península de Santa Elena, Ecuador.
Ancestral agricultural knowledge in the Santa Elena Peninsula, Ecuador
Carlos E. Balmaseda Espinosa *, María C. Mederos Machado y Johanna Tigrero Marcillo
1 Universidad Estatal Península de Santa Elena, Ecuador
*Correspondencia: cbalma59@gmail.com
Resumen
Identificar y caracterizar los saberes ancestrales agropecuarios constituye una tarea científica
que facilita la comprensión del pensamiento y la cultura de aquellos que nos legaron los cono-
cimientos actuales. Validar su pertinencia, según las características de la actualidad, puede
conllevar un planteamiento más cercano a la Agroecología, a la protección del medio ambiente
y a los estímulos productivos. Por esas razones se desarrolló un proyecto en la Península de
Santa Elena, Ecuador; se visitaron las comunas buscando personas, sobre todo adultos mayo-
res, que a través de entrevistas expresaran los conocimientos que subyacen en la población
rural. El objetivo fue contribuir al manejo, sobre bases sostenibles, de los agroecosistemas de
la Península de Santa Elena a partir de un conjunto de saberes y conocimientos ancestrales y
tradicionales. Se identificaron nueve prácticas ancestrales que deben ser puestas al alcance de
los productores más jóvenes, ejemplos de ellas son: (i) La cosecha de agua a través de las
albarradas (construcciones para el almacenamiento de agua) constituye el saber ancestral más
reconocido por todos los entrevistados, pues las primeras obras de este tipo fueron construidas
por la cultura Valdivia, 2000 a 1500 a.C. (ii) El aprovechamiento de las lluvias y garúas para
comenzar las siembras. (iii) El amadrinado de semillas, como en el caso del maíz es una prácti-
ca que se ha perdido con la introducción de híbridos de diversas especies y la modernización
de las técnicas de siembra. (iv) El empleo de las fases lunares junto a las fluctuaciones de las
mareas es un conocimiento que aún se mantiene para definir el momento de ciertas actividades
como siembra, cosecha y corte de madera. (v) “Darse la mano” fue un aspecto cultural que
reflejó la asociatividad para realizar diversas tareas agrícolas y que permitía economizar recur-
sos.
Palabras clave: Albarradas; amadrinado de semillas; fases lunares; darse la mano.
Abstract
Identifying and characterizing ancestral agricultural knowledge constitutes a scientific task
that facilitates the understanding of the thinking and culture of those who bequeathed us
current knowledge. Validating its relevance, according to the characteristics of today, may lead
to a closer approach to Agroecology, environmental protection and productive stimuli. For
these reasons a project was developed in the Santa Elena Peninsula, Ecuador; the communes
were visited looking for people, especially older adults, who through interviews expressed the
Recibido: 27 - 01 - 2019 ● Aceptado: 11 - 03 - 2019 ● Publicado: 30 - 04 - 2019
© 2019 Universidad Estatal Amazónica, Puyo, Ecuador.
Disponible gratuitamente en http://revistas.proeditio.com/revistamozonica www.uea.edu.ec
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knowledge that underlie the rural population. The objective was to contribute to the manage-
ment, on a sustainable basis, of the agroecosystems of the Santa Elena Peninsula from a set of
ancestral and traditional knowledge and knowledge. Nine ancestral practices were identified
that should be made available to the youngest producers, examples of which are: (i) The
harvest of water through the albarradas (constructions for water storage) constitutes the ances-
tral knowledge most recognized by all the interviewees, because the first works of this type
were built by the Valdivia culture, 2000 to 1500 BC (ii) The use of rains and garúas to begin
planting. (iii) Seeding of seeds, as in the case of corn is a practice that has been lost with the
introduction of hybrids of various species and the modernization of planting techniques. (iv)
The use of the lunar phases together with tidal fluctuations is a knowledge that is still maintai-
ned to define the timing of certain activities such as planting, harvesting and cutting wood. (v)
"Shaking hands" was a cultural aspect that reflected the associativity to perform various
agricultural tasks and that allowed to save resources.
Keywords: Albarradas; seed sagging; Moon phases; shake hands
Resumen
Identificar y caracterizar los saberes ancestrales agropecuarios constituye una tarea científica
que facilita la comprensión del pensamiento y la cultura de aquellos que nos legaron los cono-
cimientos actuales. Validar su pertinencia, según las características de la actualidad, puede
conllevar un planteamiento más cercano a la Agroecología, a la protección del medio ambiente
y a los estímulos productivos. Por esas razones se desarrolló un proyecto en la Península de
Santa Elena, Ecuador; se visitaron las comunas buscando personas, sobre todo adultos mayo-
res, que a través de entrevistas expresaran los conocimientos que subyacen en la población
rural. El objetivo fue contribuir al manejo, sobre bases sostenibles, de los agroecosistemas de
la Península de Santa Elena a partir de un conjunto de saberes y conocimientos ancestrales y
tradicionales. Se identificaron nueve prácticas ancestrales que deben ser puestas al alcance de
los productores más jóvenes, ejemplos de ellas son: (i) La cosecha de agua a través de las
albarradas (construcciones para el almacenamiento de agua) constituye el saber ancestral más
reconocido por todos los entrevistados, pues las primeras obras de este tipo fueron construidas
por la cultura Valdivia, 2000 a 1500 a.C. (ii) El aprovechamiento de las lluvias y garúas para
comenzar las siembras. (iii) El amadrinado de semillas, como en el caso del maíz es una prácti-
ca que se ha perdido con la introducción de híbridos de diversas especies y la modernización
de las técnicas de siembra. (iv) El empleo de las fases lunares junto a las fluctuaciones de las
mareas es un conocimiento que aún se mantiene para definir el momento de ciertas actividades
como siembra, cosecha y corte de madera. (v) “Darse la mano” fue un aspecto cultural que
reflejó la asociatividad para realizar diversas tareas agrícolas y que permitía economizar recur-
sos.
Palabras clave: Albarradas; amadrinado de semillas; fases lunares; darse la mano.
Abstract
Identifying and characterizing ancestral agricultural knowledge constitutes a scientific task
that facilitates the understanding of the thinking and culture of those who bequeathed us
current knowledge. Validating its relevance, according to the characteristics of today, may lead
to a closer approach to Agroecology, environmental protection and productive stimuli. For
these reasons a project was developed in the Santa Elena Peninsula, Ecuador; the communes
were visited looking for people, especially older adults, who through interviews expressed the
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knowledge that underlie the rural population. The objective was to contribute to the manage-
ment, on a sustainable basis, of the agroecosystems of the Santa Elena Peninsula from a set of
ancestral and traditional knowledge and knowledge. Nine ancestral practices were identified
that should be made available to the youngest producers, examples of which are: (i) The
harvest of water through the albarradas (constructions for water storage) constitutes the ances-
tral knowledge most recognized by all the interviewees, because the first works of this type
were built by the Valdivia culture, 2000 to 1500 BC (ii) The use of rains and garúas to begin
planting. (iii) Seeding of seeds, as in the case of corn is a practice that has been lost with the
introduction of hybrids of various species and the modernization of planting techniques. (iv)
The use of the lunar phases together with tidal fluctuations is a knowledge that is still maintai-
ned to define the timing of certain activities such as planting, harvesting and cutting wood. (v)
"Shaking hands" was a cultural aspect that reflected the associativity to perform various
agricultural tasks and that allowed to save resources.
Keywords: Albarradas; seed sagging; Moon phases; shake hands
Introducción
Los conocimientos y saberes ancestrales son
aquellos saberes que poseen los pueblos
originarios, que se han trasmitido de genera-
ción en generación, durante siglos, de forma
oral. Ellos han perdurado porque los hijos
aprenden de los padres prácticas y costum-
bres a partir de la propia convivencia de las
comunidades (Carvallo, 2015; Crespo &
Vila, 2014; Paucar, 2015).
El Código Ingenios en su artículo 511 define
los conocimientos tradicionales de la
siguiente manera: “Son todos aquellos cono-
cimientos colectivos, tales como prácticas,
métodos, experiencias, capacidades, signos y
símbolos propios de pueblos, nacionalidades
y comunidades que forman parte de su
acervo cultural y han sido desarrollados,
actualizados y transmitidos de generación en
generación. Son conocimientos tradiciona-
les, entre otros, los saberes ancestrales y
locales, el componente intangible asociado a
los recursos genéticos y las expresiones
culturales tradicionales” (Gobierno del
Ecuador, 2016).
En el párrafo anterior se puede apreciar que
en el Código Ingenios se incluyen los saberes
ancestrales como parte de los conocimientos
tradicionales, sin embargo, en esta investiga-
ción se analizan como categorías conceptua-
les separadas al considerar la definición de
saberes agrícolas tradicionales (SAT) reali-
zada por Gómez Espinoza & Gómez Gonzá-
lez (2006) al decir que son “prácticas, técni-
cas, conocimientos y/o cosmovisiones que
responden a problemas que limitan la
producción agrícola… son generados en las
comunidades rurales a partir de la observa-
ción acuciosa, sistemática y la convivencia
con la naturaleza y son transmitidos de gene-
ración a generación por la tradición oral”.
Esta conceptualización también fue asumida
por Barogil, Espitia Hernandez, Restrepo
Hernandez, & Rivera Cumbre (2014) en su
estudio de saberes ancestrales en comunida-
des agrarias de Colombia.
Landini & Murtagh (2011) definen los cono-
cimientos o saberes agropecuarios como
aquellos que los campesinos emplean
cuando van a plantar sus cultivos. Los
aplican en la preparación del terreno, el
control de malezas, plagas y enfermedades y
en la cosecha.
Con el desarrollo de la agricultura intensiva,
al estilo de la Revolución Verde, los saberes
ancestrales que poseen los agricultores,
aprendidos de sus antecesores, se hacen a un
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lado reconocidas prácticas de conservación
de los recursos y se sustituyen por tecnolo-
gías que buscan mayores producciones
agrícolas, ejemplo de ellas son: el uso de
semillas modificadas genéticamente, el
incremento de la mecanización y el aumento
de las aplicaciones de productos agrotóxicos
(Guirado et al., 2017; Mamani de Marchese
& Filippone, 2018). Estas prácticas son
ambientalmente insostenibles, económica-
mente inviables y socialmente inaceptables.
Los saberes agrícolas ancestrales y tradicio-
nales desempeñan un importante papel en la
agricultura sustentable para la subsistencia
de las familias, el cual está enfocado en el
cuidado y conservación de los recursos natu-
rales (FAO, 2013; Gómez & Victorino,
2008).
Una de las formas de recuperar los agroeco-
sistemas degradados por la agricultura tradi-
cional es con la aplicación de saberes y cono-
cimientos ancestrales, que subyacen en
comunidades de agricultores y otras perso-
nas del ámbito agrario. Esos saberes están
sustentados científicamente en los principios
de la Agroecología.
En la Península de Santa Elena aún existen
conocimientos ancestrales aplicados a la
agricultura y ganadería, es por esta razón que
se pretende rescatar los conocimientos y
saberes ancestrales que antes eran utilizados
por los primeros habitantes de la región y
que mantenían una armonía con el medio
ambiente; saberes que existen, pero no han
sido estudiados.
Este trabajo forma parte de los resultados del
proyecto de investigación titulado “Saberes
ancestrales agropecuarios en la provincia de
Santa Elena, Ecuador: su recuperación y
validación”, aprobado y financiado por la
Universidad Estatal Península de Santa
Elena. Su objetivo es contribuir al manejo,
sobre bases sostenibles, de los agroecosiste-
mas de la Península de Santa Elena a partir
de la socialización de un conjunto de saberes
y conocimientos ancestrales que poseen los
habitantes de las zonas rurales.
Materiales y Métodos
La investigación se realizó en toda la provin-
cia de Santa Elena (Figura 1). Se visitaron 55
comunas y en ellas se entrevistaron 78 perso-
nas con experiencias en las labores agrope-
cuarias. En cada sitio se intentó encontrar a
los pobladores de mayor edad para que
ofrecieran su testimonio. El 62 % de las
personas entrevistadas tienen edades supe-
riores a los 65 años y el 87 % son hombres.
Es necesario destacar que en ocasiones había
mujeres presentes en las entrevistas, sin
embargo, no participaban de la conversa-
ción.
Figura 1. Mapa de la provincia de Santa Elena que constituyó la zona de estudio.
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La guía de preguntas para la entrevista abar-
caba diversos temas de la producción agro-
pecuaria específicamente, aunque también se
consideraron aspectos sociales en sentido
general como por ejemplo las festividades de
las comunas, mitos, leyendas y costumbres.
Las principales temáticas agrícolas aborda-
das en las entrevistas fueron: cosecha de
agua con el uso de albarradas, calendario
agrícola, instrumentos o herramientas
utilizados en las labores agrícolas, criterios
para la selección de semillas, la asociación y
rotación de cultivos, fertilización, prácticas
de riego, plagas o enfermedades y sus medi-
das de control, conocimientos astrológicos,
ritos y festividades usados en el ciclo agríco-
la y mitos, leyendas o creencias relacionados
con la agricultura que se mantienen en la
actualidad, además se indagaron otros temas
como la conservación de alimentos y el uso
ancestral de las plantas.
Las entrevistas se grabaron y luego se fueron
transcribiendo, respetando en todo momento
los giros idiomáticos de los interlocutores.
Siempre que las personas lo permitieron se
colocó su nombre y el de la comuna a que
pertenecen.
Resultados y Discusión
Se identificaron 16 prácticas agropecuarias
que los comuneros realizaban o tomaban en
cuenta al momento de iniciar una actividad
agrícola (Tabla 1), de las cuales nueve se
clasificaron como ancestrales, seis fueron
tradicionales y una práctica como contempo-
ránea (Tigrero Marcillo, 2019).
Tabla 1. Saberes agropecuarios identificados (modificada de Tigrero Marcillo, 2019).
Saberes identificados
Clasificación
Cosecha de agua con las Albarradas Ancestral
Desmonte y quema
Ancestral
Fertilización orgánica Tradicional
Riego a base de lluvias, ríos y pozos
Ancestral
Riego con sistema de riego Contemporáneo
Amadrinado de semillas
Ancestral
Semillas almacenadas en jurones Ancestral
Control de enfermedades con preparados orgánicos o manualmente
Tradicional
Siembra en los meses de invierno y garúa Ancestral
Siembra solo en meses de invierno
Ancestral
Asociación e intercalamiento
Tradicional
Rotación
Tradicional
Uso de los ciclos de la luna Ancestral
Darse/ganar mano Ancestral
Ritos, festividades y gastronomía usados durante ciclo agrícola
Tradicional
Creen en el Señor de Las Aguas
Tradicional
Elaborado por: Autores
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Las prácticas cuyo basamento está en sabe-
res ancestrales son el objeto de estudio de
este trabajo y a continuación se relacionan,
en todos los casos se exponen pequeños
fragmentos de lo expresado por personas
entrevistadas.
Cosecha de agua con las albarradas
Marcos Pino & Bazurco Osorio (2006)
definen las albarradas, también conocidas
como jagüeyes como “…humedales lénticos
artificiales o reservorios de agua artificial.
Construcciones hidráulicas, que poseen
muros de tierra bien definidos…Se llenan
mediante un proceso de lenta acumulación
de agua de lluvia proveniente de las esco-
rrentías que bajan de las elevaciones cerca-
nas…también pueden llenarse con el agua
de pequeños cauces que corren durante la
estación lluviosa…”.
Las albarradas constituyen el saber ancestral
más reconocido por todos los entrevistados,
pues las primeras obras de este tipo fueron
construidas por la cultura Valdivia (2000 a
1500 a.C.), según estudios arqueológicos
que evidencian que en la Península de Santa
Elena hubo una intensa actividad agrícola en
esa época, que recargaba el acuífero de El
Tablazo (Álvarez, 2005; Marcos & Álvarez,
2016).
El clima de la Península de Santa Elena es
muy seco, llegando en algunas regiones a
clasificarse como semidesértico, con cortos
períodos de precipitaciones en los primeros
meses del año. Es de suponer que fue esa la
razón que motivó a los primeros pobladores
de la zona a construir las albarradas, con el
fin de suplir las necesidades hídricas propias
y de los cultivos. En la actualidad ese cono-
cimiento, ese saber ancestral se mantiene
vivo, aun cuando algunas de estas construc-
ciones han desaparecido o están mal conser-
vadas (Fotos 1 y 2).
Foto 1. Albarrada San Gabriel en la comuna Tugaduaja (Fuente: Autores, junio, 2018).
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Foto 2. Albarrada en la comuna Ciénaga. Obsérvese el mal estado de conservación (Fuente: Autores, junio, 2018).
Sr. Roberto Orrala comuna El Azúcar: “si
aquí hubo tres albarradas, una albarrada se
llamaba la Guerere, la otra se llamaba La
Recreo, La Colina, los primeros pobladores
del Azúcar, si las tres ósea que venían las
corrientes de agua de una lomas que cuando
llovía ellos recogían toda el agua que venía
de la loma recogían de un solo lugar, enton-
ces vieron eso ellos y de ahí formaron las
famosas albarradas, dos albarradas eran
grandes La Recreo y La Colina, la pequeña
era la Guerere esa era pequeña, ya no existe,
de aquí estaba a 500 metros La Guerere, la
Colina estaba aquí en el pueblo, La Recreo
estaba pasando el río, la gente los comuneros
iban a traer agua en barriles, en poma para
lavar la ropa todas tres eran para lavar ropa,
bañarse. El mantenimiento era que, en esa
época, por ejemplo, un día sábado peleaban
dos personas aquí anteriormente había
inspector, el inspector le cogía y le hacía
trabajar en tareas y a mano con pico y lampa
para que se hiciera más hondo las albarradas
y en el invierno que coja más agua, en las tres
albarradas por febrero ya estaban echando
agua, tres meses para marzo ya estaban
llenas, se vaciaban ya cerquita del otro
invierno que llegue, eran redondas”.
Aprovechamiento de las lluvias y garúas
para comenzar las siembras.
Bajo este nombre se explican dos prácticas
ancestrales muy relacionadas entre sí, pero
que los pobladores de Santa Elena las reco-
nocen de forma separada, ellas son: Siembra
en los meses de invierno y garúa y Siembra
solo en los meses de invierno. Esta separa-
ción está dada por la ubicación geográfica de
las comunas. Las lluvias en la Península de
Santa Elena tienen serios problemas de
distribución, tanto espacial como temporal.
En cuanto a lo espacial existen diferencias
significativas entre las láminas que precipi-
tan al norte respecto al sur, siendo mayores
en la primera. Se supone que por esa razón la
presencia de albarradas en la zona norte es
menos notoria.
Desde el punto de vista temporal se puede
afirmar que las escasas precipitaciones se
concentran en algunos aguaceros que caen
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entre los meses de enero y abril. Como se
dijo antes, las precipitaciones en la Península
de Santa Elena son escasas, por ejemplo, en
la zona Sur los promedios anuales no alcan-
zan los 100 mm. Por tanto, son insuficientes
para suplir las necesidades de los cultivos.
Garúa es la denominación que daban los
pobladores originarios a las lloviznas que
caen entre los meses de junio y septiembre.
Una práctica trasmitida de generación en
generación es la de aprovechar la humedad
de los suelos producto de las lluvias y garúas
para sembrar los cultivos agrícolas y de esta
forma garantizar la germinación y primeros
estadios de las plantas. Es una percepción
generalizada de los pobladores de las zonas
rurales el cambio del patrón de distribución
de las precipitaciones y la disminución de
éstas y de las garúas, o sea, esa es la manera
en que ellos perciben y manifiestan el
cambio climático.
Comunero de La Rinconada: “En esos tiem-
pos llovía, en ese tiempo las garúas eran
bravas, los inviernos eran buenos, todo era
cosecha, porque había agua, garúa, invier-
no”.
Comuneros de San José: “El riego era natu-
ralmente de las lluvias, anteriormente era el
invierno y era garúa que llamamos, por lo
tanto, digamos llovía unos cinco meses de
garúa, cinco meses digamos de invierno,
total casi todo el año había agua estaba
húmedo”. “Aquí la agricultura era muy
buena, porque eran los inviernos, las garúas,
porque aquí son dos clases de agua que Dios
nos da. Viene por decirle el invierno que era
por esta época (marzo) aquí era bueno, de ahí
venía en el mes de mayo comenzaban seis
meses de garúa y todo el tiempo había buena
agricultura”.
Amadrinado de semillas.
Investigaciones antropológicas reportan que
los primeros pobladores de la costa ecuato-
riana, identificados como cultura Las Vegas,
domesticaron diferentes especies vegetales,
entre ellas el maíz (Stothert, 1985), de ahí
que las técnicas de conservación de semillas
sea una saber ancestral que algunos países se
mantiene “vivo” (Vásquez González et al.,
2018).
El amadrinado de semillas fue el nombre
dado a una manera de garantizar las simien-
tes para las cosechas futuras. Fue muy usado
en el cultivo del maíz. Las mejores mazorcas
eran seleccionadas y conservadas en lugares
secos y frescos con el fin de usarlas en el
próximo ciclo de cultivo. Esta es una prácti-
ca que se ha perdido con la introducción de
híbridos de diversas especies y la moderniza-
ción de las técnicas de siembra. En la Foto 3
se puede apreciar la manera en que se colo-
caban las mazorcas para conservarlas.
Eliodoro Catuto de Cerezal Bellavista: “Se
guardaba el maíz, se alzaban así en palos y lo
amarraban amadrinado aquí se amarraba con
un nudo, acá una mazorca y acá otra mazor-
ca, ahí lo dejaba alzado hasta que ya vuelta
llovía, como unos seis meses pasaba”.
Enrique Tomalá de Bambil Collao: “Anti-
guamente también se sembraba porque ahora
no hay de esta clase de maíz que había,
primero era uno que llevaba de tres meses,
ese maíz uno sembraba lo cogía y lo dejaba
alzado para cuando ya el otro año, y muy
bien aguantaba, no le caía nada de polilla, en
cambio este en la mata mismo le cae la
polilla, este maíz no se aguarda (guarda), se
coge y enseguida se vende, no aguanta…
Foto 3. Amadrinado del maíz
(Fuente: Autores, mayo, 2018).
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Antes sembraba un maíz que era de a los tres
meses había choclo y dos meses de seque-
dad, cinco meses se llevaba para haber maíz
y ese maíz no se ponía nada; de un año a otro
se alzaba la mazorca y ahí estaba hasta el
otro año que ya sembraba de nuevo porque
no se apolillaba. El maíz secaba en la mata
mismo ya uno ya lo cortaba cuando ya estaba
sequito ya lo traía y de ahí ya dejaba lo que
ocupaba para sembrar no más, lo dejaba
colgadito amadrinado con la hoja mismo y
ahí venía el otro año de invierno, a desgranar
y a sembrar de nuevo con esa misma semi-
lla”.
Sr. José Bernabé, comuna Pechiche: “Aquí
como no había negocio, usted cogía el maíz
y le amarraba un par con las hojas y lo
amadrinaba como llamaba, y se lo alzaba,
había unas varas que se lo alzaba para el
siguiente año o de ahí iba cogiendo para
darles a las gallinas, se guardaba bastante o
se lo desgranaba y se lo guardaba en saco”.
Semillas almacenadas en jurones.
Otra manera de conservar las semillas era a
través de uso de jurones, es decir, especies de
cajas construidas con caña guadua donde se
colocaban hasta la próxima época de cultivo.
Lucas Rosales de Manantial de Guangala:
“El maíz nosotros lo guardábamos, antes
había jurones para guardar de un año para el
otro la semilla. Jurones le llamaban en antes
a unos cuadros que le hacían con caña y se le
hacía para tener ahí el maíz para que no
anduvieran botados en la casa”.
Desmonte y quema.
Esta es una práctica tan antigua como la
agricultura, que, si bien es una de las princi-
pales formas de fomentar nuevas áreas
agrícolas, también ha sido un elemento
fundamental en la degradación de los
bosques, los suelos, las aguas y la biodiversi-
dad (Roncal-García et al., 2008).
Los procesos de deforestación ocurridos en
la Península de Santa Elena durante más de
200 años han contribuido a aumentar las
condiciones de aridez en la zona con la
consiguiente disminución de las precipita-
ciones y el aumento de las temperaturas, por
solo mencionar dos de sus impactos funda-
mentales.
Sr. Roberto Orrala comuna El Azúcar: “en
esa época no había maquinaria para la meca-
nización solamente ellos limpiaban el área,
quemaban y llegaba el invierno y sembraban,
solamente el machete para rozar las malezas,
eso era individual cada cual tenía en ese
tiempo no se nombraba de finca nada
solamente las chacras, las chacras eran el
lugar donde se sembraba tenían una hectárea,
dos hectáreas, una hectárea era una chacra,
dos hectáreas también eran una chacra, las
personas que sembraban ellos mismo cose-
chaban no para vender solamente para el uso
de consumo”.
A favor de esta práctica ancestral se puede
argumentar que los perjuicios ocasionados
por los pequeños productores no son signifi-
cativos al compararlos con los ocasionados
por las grandes empresas durante la denomi-
nada Revolución Verde.
Empleo de las fases de la luna
Las fases de la luna junto a las fluctuaciones
de las mareas es un conocimiento que aún se
mantiene para definir el momento de ciertas
actividades como siembra, cosecha y corte
de madera, estos saberes no son solo en la
costa ecuatoriana como se puede observar en
los imaginarios míticos en las prácticas
agropecuarias rurales de Colombia (Ramírez
Arias et al., 2010).
Algunas personas mencionaron que el
momento para la siembra o cosecha de deter-
minados cultivos lo identificaban por el ciclo
de las mareas, esto no habría sido novedad
para habitantes de zonas costeras, sin embar-
go, esos planteamientos lo hicieron poblado-
res de “tierra adentro”, de comunas alejadas
de la costa. Se supone que esto obedece a la
relación que existe entre los ciclos de la luna
y los de las mareas, que en poblaciones
cuyos ancestros vivieron cerca del mar ha
quedado ese saber que se trasmite de genera-
ción en generación.
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Comunero de San José: “Nosotros siempre
hemos esperado la menguante, en la men-
guante uno siembra y eso todo el tiempo ha
sido así, no sembraban en cualquier tiempo,
por decirle en aguaje nadie ha sembrado; el
problema con el aguaje es que la siembra
sale, por decirle el maíz se hacen unos
matonsísimos grandísimos y se cosecha el
maíz muy pequeño, pero en menguante no
tienes ningún problema, crea la mata lo
normal da muy buena mazorca, todo el maíz
lleno o por decirle le cae la polilla en veces
cuando uno siembra en aguaje”.
Sr. Antonio Orrala comuna Río Verde: “Se le
cogía siempre decían los abuelos que había
que coger con luna, con luna llena esa semi-
lla no se dañaba y permanecía ósea el mejor
choclo” ¿Cosechaba en luna llena? “Claro,
aja exactamente Entonces ese choclo queda-
ba y uno lo desgranaba y permanecía o lo
dejaba en mazorca lo dejaba alzado perma-
necía alzado y ya cuando era la época de
invierno uno lo desgranaba y con eso
sembrábamos y no había que ponerle nada
eso era antes”.
Darse/ganar la mano.
Este fue el saber ancestral que desde el punto
de vista cultural se identificó. Consistía en la
contribución que realizaba una persona a
otra, o sea, una ayuda en las labores que
luego se retribuía de la misma manera. Se
supone que esta actividad pudiera uno de los
orígenes de las comunas que se encuentran
en la Península de Santa Elena. Lourdes
Villón de Bellavista del Cerro: “Los vecinos
se ayudaban, eso sí se hacía aquí, horita toda-
vía hacen, ganan mano como quien dice”.
Conclusiones
Los habitantes de las comunas de la provin-
cia Santa Elena poseen valiosos saberes
agropecuarios (ancestrales, tradicionales,
contemporáneos) que es necesario rescatar y
socializar para que sean aplicados por los
agricultores. De esa manera es posible la
conservación de los recursos naturales.
Los saberes identificados se relacionan con
una agricultura científica basada en princi-
pios agroecológicos.
El saber más antiguo y que aún se mantiene
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