Resurgimiento Omagua etnocidio, etnogénesis y recurso cultural de un grupo invisible
Universidad Estatal Amazónica
Enero • Junio 2020 Volumen 9 (1)
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comunidad, no por pueblo indígena, lo que
quitó continuidad a los territorios ancestrales
(Chirif, 2005).
En el último Censo de Comunidades Nativas
y Campesinas (INEI, 2017) no se empadronó
a ninguna comunidad omagua. Se cita 61
personas que se autoidentifican como tales
“a nivel nacional” (pueden estar en Lima,
por ejemplo); lo que no implica conocer
el idioma. Por “[…] el idioma o lengua
materna […] han sido 3 personas que han
manifestado que hablan la lengua Omagua
que corresponde al 0,00006% del total de
lenguas originarias a nivel nacional” (BDPI,
2020: 1). Como hipótesis, quizás a futuro
pueda darse un resurgimiento de la identidad
omagua aprovechando instrumentos como
Radio Ukamara, asociada a la Iglesia y con
sede en Nauta; muy activa en la revalorización
de la cultura kukama kukamiria, así como en
la defensa de la selva.
La degradación, anomia y prácticamente
extinción de la cultura omagua en el actual
Amazonas peruano, por la situación de
“cuello de botella” demográfico y por la
transculturación en un proceso constante
de etnocidio, invita a retomar el artículo
de Walker et al. (2012), donde se apunta a
una pérdida de complejidad de los grupos
tupí, que en algunos casos puede deberse al
impacto de la colonización europea. Esto es
importante porque se entra en la discusión
sobre la validez o no de los datos de las
primeras crónicas. A su vez, remite a un
viejo debate apuntado, entre otros, por Lévi-
Strauss y a un caso etnográfico: el llamado
“error de Holmberg” (Mann, 2005: 6-13).
En su tesis publicada como Nomads of
the Longbow (1950), el antropólogo
norteamericano Allan R. Holmberg describe
a los sirionó del Beni, Bolivia, de origen
tupí, como una de las culturas más atrasadas
del mundo, hasta el punto que carecían
de religión, no podían contar más allá del
número tres y ni siquiera podían hacer
fuego, lo transportaban de un sitio a otro.
Sin embargo, un detalle lo cambiaba todo…
Holmberg pasó por alto que el grupo había
sido diezmado, no solo en la Conquista sino
poco antes de que llegara a hacer trabajo de
campo. Un ataque de viruela y de gripe había
reducido la población sirionó en la segunda
década del siglo XX: De más de 3000 mil
personas pasaron a ser 150. La imagen de los
sirionó como un pueblo del paleolítico ocultó
que eran, básicamente, los sobrevivientes
de un genocidio y de un etnocidio. Y que
eran, como quien dice, unos recién llegados
al Beni (Bolivia), en una migración de hacía
pocos siglos. Un poco más tarde, otro grupo
tupí-guaraní en proceso de desintegración
es registrado en otra obra clásica, Chronique
des indiens guayaki (1986 [1972]), de Pierre
Clastres.
Cabe subrayar que hay otros omaguas
más allá del Amazonas peruano, llamados
kambebas, nombre, en principio despectivo,
que los portugueses les asignaron en Brasil,
siendo la contracción de vocablos tupí para
“cabeza chata”, haciendo referencia a la
práctica ancestral del modelado craneal.
Con todo y que la “obra magna de la
antropología brasileña, de Ribeiro, ya no
incluía Cambeba” (Jorna, 1991: 240), la
irrupción del movimiento indígena moderno
a partir de los años ochenta del siglo XX ha
revitalizado y visibilizado a los kambebas,
sus reivindicaciones finiseculares, como el
derecho a la libre determinación y a sus tierras
ancestrales. En su trabajo de campo de 1985,
Peter Jorna fue testigo de ese cambio de
“caboclos” (mestizos del Amazonas), a indios
kambebas a partir de la familia Da Cruz. En
los años veinte, en una de las islas donde
habitaban los kambebas, “Santa Cruz” (la
antigua Jurupari-Tapera), un día se entregó
camisa y pantalón, y se bautizó a un padre y
a su hijo, quienes en São Paulo de Olivença
recibieron su nombre cristiano, Da Cruz, y
su santo patrono, San Juan Bautista. Décadas
más tarde, en 1980, en la comunidad de
Jaquirí, conformada por 60 personas que