Reflexiones sobre el concepto de Turismo Sostenible
1. Introducción
La amplia aceptación interna-
cional del concepto Turismo Sosteni-
ble no se ha acompañado de experien-
cias reales exitosas, siendo aún esca-
sos los casos conocidos de buenas
prácticas. Uno de los motivos es, a
nuestro entender y al margen de las
dificultades metodológicas para eva-
luar las experiencias de desarrollo tu-
rístico, la todavía escasa reflexión
conceptual sobre un término dotado
de gran complejidad. A pesar de su
reiterado uso en conferencias interna-
cionales, políticas nacionales y distin-
tos estudios, apenas se han dedicado
esfuerzos en definir cuáles deben ser
sus objetivos, principios y componen-
tes y aún menos precisar cuál debe ser
el enfoque y modelo a seguir en la
praxis. En este sentido, podríamos
incluso plantearnos si el Turismo
Sostenible es un paradigma teórico o
posee una aplicabilidad real (Martín,
I, 2012).
Desde hace años numerosos
investigadores se han interesado por
temas como la evolución del turismo,
los impactos que la actividad genera,
la necesidad de implantar procesos de
desarrollo turístico sostenibles y el
crecimiento de nuevas formas de tu-
rismo. Las investigaciones sobre Tu-
rismo Sostenible se han desarrollado
desde distintas disciplinas como la
Economía, la Geografía, la Sociología
o la Ecología, contribuyendo a un
mejor conocimiento sobre el concep-
to. En el ámbito institucional, también
se han elaborado numerosos docu-
mentos sobre el Turismo Sostenible
aprobados en Conferencias y Congre-
sos internacionales, cuya revisión
puede ayudar a identificar argumentos
comunes en todos ellos.
En la actualidad Ecuador está
inmerso en un proceso de cambio
político y social en el que se han dedi-
cado numerosos esfuerzos a reflexio-
nar sobre el modelo de desarrollo más
adecuado para el país. Y en este esce-
nario el “Desarrollo Sostenible” y la
“Sostenibilidad Turística” ocupan po-
siciones privilegiadas en normas fun-
damentales y políticas centrales como
la Constitución de 2008, el “Plan Na-
cional del Buen Vivir” y, específica-
mente, en el “Plan estratégico de desa-
rrollo de turismo sostenible 2006 /
2020” (PLANDETUR 2020). Por ello,
parece oportuno abordar a continuación
una breve reflexión sobre estas cuestio-
nes.
2. Renovación del paradigma
clásico de desarrollo: El concepto de
Desarrollo Sostenible
Desde sus inicios, el modelo ca-
pitalista ha generado importantes impac-
tos ambientales, económicos y sociocul-
turales a escala global, regional y local.
En la actualidad nos encontramos inmer-
sos en un proceso de Cambio Global ca-
racterizado por la existencia de cambios
rápidos e intensos con graves impactos
ambientales multiescalares que eviden-
cian la capacidad del ser humano de
alterar el funcionamiento de los ecosiste-
mas (Montes C., 2007; Di Donato M.,
2008; Mora M.R., en Montes C., 2010).
Buena parte de las causas expli-
cativas de estos problemas derivan de la
etapa actual de un economía capitalista
sustentada bajo modelos económicos en
los que los flujos de energía y materia
están ausentes (Martínez Alie J., 1992),
del “efecto rebote” generado por el
optimismo y la evolución tecnológica
(Gardner, Sampat; 1999, citado por
Carpintero O., 2010), de los procesos de
deslocalización industrial orientados a
incrementar la competitividad de las em-
presas y que con frecuencia se basan en
el dumping ecológico y social, en la
mercantilización de bienes comunes que
somete bienes públicos a una dinámica
privatizadora (Echaide J., 2009) y en una
sociedad de consumo de masas sustenta-
da en la apropiación desigual de los re-
cursos y la ausencia de reflexión sobre
sus impactos en el medio ambiente (Di
Donato M., 2008) y las sociedades.
El Cambio Global se ha conver-
tido en un grave problema para el bien-
estar humano, en la medida en que se
están degradando los servicios que gene-
ran los ecosistemas para el bienestar de
las sociedades. El resultado de este pro-
ceso de cambio es un marco de incerti-
dumbre e impredictibilidad sobre el que
es necesario actuar.
En las décadas anteriores a que
se percibiera el Cambio Global como un
problema de alcance internacional, cien-
tíficos, activistas e intelectuales comen-
zaron a poner en relevancia la necesidad
de un cambio de modelo. En este con-
texto surgen nuevas propuestas en la va-
loración social de la cuestión ambiental
en los países del norte, donde a partir de
los años 70 la preocupación por estos
problemas comienza a adquirir impor-
tancia desembocando en los 80 en la
aparición del concepto de Desarrollo
Sostenible.
Uno de los primeros documen-
tos que introduce el concepto de Desa-
rrollo Sostenible es el “Informe sobre
Nuestro futuro común (1987-1988)”
coordinado por Gro Harlem Brundtland,
en el marco de las Naciones Unidas. En
él, se define esta forma de desarrollo
como aquella que "satisface nuestras
necesidades actuales sin comprometer la
capacidad de las generaciones futuras
para satisfacer las suyas". Desde sus
primeras formulaciones el Desarrollo
Sostenible se considera un planteamien-
to ético-moral al incorporar una conno-
tación dual de equidad: sincrónica,
relativa a los habitantes actuales de la
Tierra, y diacrónica en tanto afecta a las
generaciones futuras.
Una década antes ya se plantea-
ron conceptos similares a raíz de los
resultados desoladores del Informe del
Club de Roma dirigido por Dennis L.
Meadows sobre los límites del creci-
miento. Entonces se propuso el concepto
Ecodesarrollo para conciliar el aumento
de la producción con el respeto a los
ecosistemas (Naredo J.M., 1996). Sin
embargo, el término calló en el olvido
porque era visto con recelo por los
economistas más convencionales que
prefirieron utilizar el de Desarrollo
Sostenible.
Entre los eventos que difundie-
ron el concepto destaca la Cumbre de la
Tierra que tuvo lugar en Río de Janeiro
en 1992. Allí se planteó a escala interna-
cional la necesidad de alcanzar una
política ambiental integrada que tuviera
en cuenta no solo a las generaciones
presentes sino también a las generacio-
nes futuras. Los debates de Río pusieron
de relieve los vínculos entre desarrollo y
medio ambiente y la necesidad de adop-
tar modelos y procesos de Desarrollo
Sostenible (Novo M., 1998). Asimismo,
se propuso la Agenda 21 como herra-
mienta de desarrollo local sostenible y se
planteó la necesidad de mejorar las capa-
cidades humanas e institucionales loca-
les. La trascendencia de este evento fue
muy significativa para la toma de
conciencia ambiental de los gobiernos,
los organismos internacionales y la
sociedad civil.
Diez años después, en Johannes-
burgo, Sudáfrica, tuvo lugar la Cumbre
Mundial del Desarrollo Sostenible. Esta
reunión internacional, en la que partici-
paron representantes de actores implica-
dos en la sostenibilidad, tuvo como obje-
tivo poner en marcha el Desarrollo
Sostenible mediante la aplicación de la
“Agenda 21” (Pérez de las Heras M.,
2003) pero sus resultados no fueron tan
destacados como los de la cumbre ante-
rior.
A pesar de la acogida del térmi-
no en la comunidad internacional y su
integración en la agenda política de
numerosos países, la amplitud del con-
cepto ha generado amplios debates que
distan de estar resueltos:
- Uno de ellos es el carácter antro-
pocéntrico del concepto Desarrollo
Sostenible. En este sentido, algunos au-
tores indicen en la importancia y conse-
cuencias de esta cuestión en tanto su
principal objetivo es la supervivencia y
el bienestar humano (Mercado V., 2006).
El propio Informe Brudtland, donde se
acuñó el término ya incorporaba este en-
foque olvidando la perspectiva del eco-
logismo profundo y su carácter biocen-
trista.
- Otro es el grado de adecuación
del concepto a la resolución de los
problemas del planeta. En este sentido el
ecólogo español Ramón Margalef en
1996 indicó la incongruencia de la com-
binación de los términos Desarrollo y
Sostenible, al considerarlos contradicto-
rios. Para otros se trata, sencillamente,
de un limpiado de cara del concepto
desarrollo económico utilizado desde la
Segunda Guerra Mundial Naredo
(1996).
- Un tercero se centra en los com-
ponentes de la sostenibilidad porque
aunque parece ampliamente aceptada la
consideración de la triple dimensión
ambiental, económica y social) propues-
ta por Nijkamp (1990), expertos como
Guimaraes (2003), Di Castri (2004) y
Gómez Sal (2009) critican esta asunción
y proponen otros componentes como la
gobernanza o la sostenibilidad ecológi-
ca. Además, tampoco existen evidencias
científicas para afirmar que la consecu-
ción del Desarrollo Sostenible se logra
con un equilibrio entre los tres compo-
nentes citados (Gómez Sal, 2009).
- Un cuarto y no menos importan-
te hace referencia a la ambigüedad ter-
minológica actual en torno a un concep-
to que ha favorecido la aparición de muy
distintos enfoques que, si bien pueden
ser aceptados por la mayoría de la socie-
dad, también restan eficacia al objetivo
central de la búsqueda del equilibrio
ambiental, social y económico de los
procesos de desarrollo. En este sentido
destacan dos planteamientos opuestos
generados por las distintas formas de
entender la relación entre economía y
naturaleza: el defendido por la economía
convencional y el propuesto por la eco-
nomía ecológica. Las diferencias de per-
spectiva se basan en cómo se relaciona
el sistema económico con la biosfera, si
se incorporan los recursos no valorados
y los residuos y si hay interconexión
entre sistemas económicos y sistemas
naturales. A partir de estas visiones
divergentes surgen los conceptos de sos-
tenibilidad débil, vinculada a la econo-
mía convencional, y sostenibilidad fuer-
te, relacionada con la economía ecológi-
ca (ver tabla 1).
El enfoque del “Desarrollo
Sostenible Débil” parte de propuestas
economicistas ortodoxas que defienden
el Mercado como mecanismo de regula-
ción de la oferta y la demanda y conside-
ran que se puede llegar a un desarrollo
sostenible sin que se produzcan cambios
en el “status quo” utilizando la economía
de mercado y solucionando los proble-
mas ambientales mediante la tecnología.
Dentro de los economistas que defien-
den este enfoque destaca Robert M.
Solow, galardonado con el premio No-
vel en 1987 por sus trabajos sobre el
crecimiento económico. Según el autor
lo que debe ser conservado es el valor
del stock de capital (incluyendo el capi-
tal natural) con el que cuenta la sociedad,
permitiendo a las generaciones futuras la
posibilidad de seguir produciendo bien-
estar económico en igual situación que
la actual (Naredo J.M, op.cit). Esta
visión explica como para muchos
economistas la solución a los problemas
ambientales son las mejoras tecnológi-
cas ya que es posible el cambio de capi-
tal natural por capital productivo
(Bonaïuti M., 2006).
Por el contrario, el enfoque del
“Desarrollo Sostenible Fuerte” plantea
que hay que tener en cuenta el aspecto
termodinámico y ecológico de la Tierra.
Desde esta perspectiva el capital natural
resulta imprescindible y el papel de la
naturaleza es el de preservarlo, no
pudiéndose entender, en este contexto,
un cambio de capital natural por capital
productivo. Se trata, en definitiva, de
una visión que partiendo de las Leyes de
la Termodinámica y de la Hipótesis Gaia
plantea que hay que limitar los flujos de
materia y energía a aquello que pueda
asimilar la capacidad de carga de la
Tierra.
relación entre economía y
biosfera dentro del sistema
Economía Ecológica: sistema
económico dentro de la
Quo”
Desarrollo sostenible sin
cambios en el modelo
Para lograr un Desarrollo
Sostenible se necesitan
cambios del modelo
Tipo de capital a conservar
Hay que conservar el stock de
capital. Cambio de capital
natural por productivo
Hay que conservar el capital
natural. No se puede cambiar
por capital productivo
Optimismo tecnológico Consideran que se puede
llegar a un DS a través del
desarrollo tecnológico
No creen en el optimismo
tecnológico. Hay que limitar
los flujos de materia y energía
a la capacidad de carga de los
Esta controversia conceptual,
lejos de haberse cerrado, se ha amplia-
do en los últimos años al surgir nuevas
propuestas que plantean la imposibili-
dad de un Desarrollo Sostenible en
términos ambientales y que la única
alternativa para garantizar la supervi-
vencia del planeta y la especie
humana es el decrecimiento (Taibo,
2010). Este decrecimiento también
afectaría al turismo en tanto se funda-
menta, necesariamente, en una de las
actividades que más impactos am-
bientales genera: el traslado de perso-
nas y mercancías de unos lugares a
otros con lo que esto implica en con-
sumo de energía. En este sentido, la
reciente aparición de nuevas propues-
tas como el “Turismo Slow” vienen a
plantear alternativas, en parte contra-
dictorias, para resolver el problema.
Sin embargo, estas se centran hasta el
momento en el nivel teórico mientras
que apenas disponemos de investiga-
ciones empíricas que constaten o no
su viabilidad (De Luis, A., 2011)
3. Adaptación de la sostenibili-
dad al turismo: El Turismo Sosteni-
ble
Desde la década de los 90,
época en la que se comienza a hablar
de Turismo Sostenible, empiezan a
surgir numerosas publicaciones que
giran en torno a este paradigma. En
este contexto, consideramos necesario
considerar, además de los argumentos
defendidos sobre el Turismo Sosteni-
ble en grandes conferencias y docu-
mentos oficiales normativos o instru-
mentales, propuestas de investigacio-
nes que marcan las últimas tendencias
relativas a procesos de desarrollo tu-
rístico sostenible.
a) Las aproximaciones teóricas
Wearing y Neil (1999) son partidarios
de que para entender qué es el Turis-
mo Sostenible hay que establecer, en
primer lugar, las diferencias existen-
tes con otros conceptos similares co-
mo el de turismo alternativo o turismo
de bajo impacto. En este sentido ha-
cen especial referencia al concepto de
“turismo alternativo” como aquel
contrario al convencional que se es-
fuerza por minimizar los impactos
medioambientales y socioculturales.
Dentro del turismo alternativo se en-
contraría el turismo cultural, educati-
vo, científico, de aventura, agroturis-
mo y de forma transversal a todos
ellos el Turismo Sostenible. Por su
parte, el turismo de bajo impacto es
aquel que establece un sistema de
gestión de los recursos. Estos investi-
gadores entienden como Turismo Sos-
tenible aquel que es capaz de favore-
cer el equilibrio ecológico.
Continuando con el análisis de
términos similares el turismo respon-
sable es aquel que trata de minimizar
los impactos negativos a la vez favo-
rece los positivos. En este contexto, el
turismo responsable y el turismo justo
pueden integrarse como propuestas de
actuación necesarias para la sostenibi-
lidad (Miralles A., Rossello A., 2006).
De hecho, conceptos como turismo
responsable o turismo consciente dan
un paso más en referencia al Turismo
Sostenible ya que implican a la oferta
y su sistema de producción y a la
demanda y su actitud ante el consumo
de productos y actividades.
La Organización Mundial del
Turismo (OMT) define Turismo Sos-
tenible partiendo del concepto Desa-
rrollo Sostenible del Informe Brudt-
land como “el turismo que tiene ple-
namente en cuenta las repercusiones
actuales y futuras, económicas, socia-
les y medioambientales para satisfa-
cer las necesidades de los visitantes,
de la industria, del entorno y de las
comunidades anfitrionas”. A partir de
este concepto, una revisión de la li-
teratura sobre la materia permite obte-
ner las siguientes recomendaciones a
aplicar para implantar un Turismo
Sostenible en el territorio:
• La actividad turística no debe
sobrepasar la capacidad de carga
(Fullana y Ayuso, 2002) del territorio
y de los recursos turísticos. Esto im-
plica un trabajo previo exhaustivo de
investigación aplicada que debe ser
mantenido en el tiempo, puesto que la
realidad evoluciona y se modifica
conforme avanza el proceso de desa-
rrollo turístico.
• Es importante definir directri-
ces de planificación del desarrollo
turístico (Wearing y Neill, 1999) que
deben ser respetadas por los agentes
públicos y privados.
• Debe prestarse especial im-
portancia a la identificación y evalua-
ción de los impactos del turismo, es-
pecialmente los generados por los di-
ferentes tipos de turistas (Stoeckl N.,
Gresner R., Nayochi C., 2006) y de
turismos. Los impactos deben ser
monitorizados y en este sentido cobra
interés la creación de observatorios
turísticos para la sostenibilidad.
• Deben de utilizarse indicado-
res de sostenibilidad como la Huella
Ecológica (Hunter C., Shaw J., 2007)
para controlar y/o modificar la prácti-
ca de las actividades turísticas tanto
desde el punto de vista de la oferta
como de la demanda.
• Para mantener los niveles de
rentabilidad y garantizar la sostenibi-
lidad debe priorizarse la calidad de
experiencia para el visitante (Pérez de
las Heras, 2003). Esta propuesta entra
en contradicción con otras estrategias
muy extendidas basadas únicamente
en el crecimiento de oferte y deman-
da.
• Para garantizar la sostenibili-
dad social y económica es imprescin-
dible la participación de las poblacio-
nes locales en la toma de decisiones y
reparto de beneficios (Liu A., Wall G.,
2006), así como la cooperación entre
agentes y el liderazgo de las adminis-
traciones (Jackson J., Murphy P.,
2006). Por ello, la sostenibilidad de un
proceso de desarrollo turístico requie-
re un enfoque a medio y largo plazo,
así como esfuerzos considerables en
la gestión de conflictos desde una
perspectiva democrática, participativa
y transparente en tanto se fundamenta
en la negociación del reparto y distri-
bución de los beneficios.
Una visión integral del concepto es
defendida por Kart que entiende como
Turismo Sostenible todos los tipos de
turismo que contribuyan al Desarrollo
Sostenible y que tiendan al equilibrio
entre las dimensiones económicas,
ambientales y socioculturales (Kart
1991, en Díaz F.M., 2006). En este
sentido Ivars (2001) a partir de Hall
(2000) y ETB (1991) establece un
modelo conceptual (ver figura 1) sus-
tentado en el equilibrio entre equidad
social, eficiencia económica y conser-
vación ambiental.
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Tabla Nº 1: Principales diferencias enfoque débil y fuerte de la sostenibilidad
Fuente: Elaboración propia