Rhynchophorus palmarum (Coleoptera: Curculionidae) en la Amazonía, un
insecto en la alimentación tradicional de las comunidades nativas
David Sancho
Universidad Estatal Amazónica, Puyo, Ecuador
dsancho@uea.edu.ec
Resumen
El presente trabajo trata los aspectos más relevantes de la entomofagia y el valor
nutritivo de los insectos, con especial atención a las larvas de Rhynchophorus
palmarum (Coleoptera: Curculionidae) apreciadas por los indígenas amazónicos
que las consumen desde tiempos inmemoriales como alimento. Además estos
insectos comestibles son criados ampliamente en Asia, África y Latinoamérica, y no
sólo se destinan a la alimentación doméstica, sino también a la comercialización,
convirtiéndose en un invalorable recurso local. Se explora la factibilidad de su cría
en cautiverio con fines comerciales y el uso de este insecto como fuente alternativa
de nutrientes para la elaboración de productos alimenticios.
Abstract
This paper discusses the most salient aspects of entomophagy and the nutritional
value of insects, with special attention to the larvae of Rhynchophorus palmarum
(Coleoptera: Curculionidae) appreciated by native peoples of the Amazon region
who have used them from time immemorial as food. In addition, these edible
insects are at present bred in many areas of Asia, Africa and Latin America, and are
used not only as a household food but are currently being marketed, becoming an
invaluable local resource. We explore the feasibility of captive breeding for
commercial purposes and the use of this insect as an alternative source of nutrients
for food processing.
Palabras claves: Entomofagia, Rhynchophorus palmarum, insectos, nutrientes,
Amazonía
Introducción
Los insectos, en su conjunto,
representan la mayor biomasa animal en
el planeta, y pesan más que todos los
animales juntos, por lo que en cualquier
ecosistema constituyen una fuente de
proteína animal (Aragon, 2005),
convirtiéndolos en un excelente recurso
alimenticio debido a su amplia
distribución geográfica, su gran
adaptabilidad a los ecosistemas,
capacidad de vuelo, resistencia a las
enfermedades y su alta tasa de
reproducción (Araujo et al., 2007). La
ingestión de insectos por el hombre se
conoce como entomofagia (Sánchez et
al., 1997) y no es una práctica rara,
aberrante o meramente marginal, ya que
en muchas culturas constituyen una
importante fuente de proteínas, como
ejemplo entre las poblaciones urbanas
de Pekín, Tokio y el Distrito Federal de
México, y las indígenas de Australia,
Sudamérica, África, Asia y Oceanía
(Piojan, 2001). A través de los tiempos,
los insectos consumidos por el hombre
se han recolectado del medio silvestre, a
menudo en bosques, generalmente por
mujeres y niños que conocen dónde y
cómo colectar aquellos individuos que
se alimentan de plantas que no son
nocivas ni tratadas con insecticidas. Los
insectos se acopian con fines de
subsistencia o para su venta en
mercados locales y a veces para ser
exportados con fines alimenticios a
lugares donde existen asentamientos con
hábitos entomofágicos (Vantomme,
2010).
El consumo de insectos muchas
veces está asociado a costumbres
insanas, vinculadas con un alto nivel de
primitivismo; no obstante, esta tradición
se remonta a épocas antiguas donde
algunas culturas explotaron eficiente y
racionalmente el medio ambiente,
hábilmente integraron los insectos a su
variada dieta. En la actualidad los
hábitos alimenticios y el etnocentrismo
los han desplazado por otras fuentes
alimenticias, hecho que probablemente
ha perturbado el proceso de
domesticación de varios insectos
(Sánchez et al., 1997).
Los insectos no sólo se han
utilizado como alimento, ya que existen
evidencias de su uso con fines
terapéuticos, biotecnológicos,
cosméticos e industriales (Miranda et
al., 2011). Ramos-Elorduy et al. (1998)
informaron de insectos terrestres y
acuáticos que se consumen en México;
unas 104 especies de los órdenes
Hymenoptera, Hemiptera, Coleoptera,
Orthoptera y Lepidoptera, lo que
demuestra la importancia de este
recurso. Costa-Neto y Ramos-Elorduy
(2006) afirmaron que existe abundante
literatura que aborda la etnoentomología
y que destaca la entomofagia. A pesar
de ello se considera poco común el
consumo y elaboración de platillos, e
incluso es rechazada por la gran
mayoría de la población en los países
desarrollados.
Domínguez (1997) expresó que los
problemas del hambre en el mundo
deberían abordarse entre otros desde la
perspectiva de un desarrollo sostenible
mediante el empleo de los insectos
52
Insecto en la alimentación tradicional
como fuente de proteínas y lípidos,
porque éstos, además de poseer mayor
calidad nutritiva respecto a la del
ganado, tienen una mayor eficacia en la
conversión de vegetales a proteína
animal. Por ejemplo, los grillos y
saltamontes son cinco veces más
eficaces en la transformación proteica
que los bovinos, lo que da lugar a
plantear la viabilidad de granjas para la
producción industrial de insectos.
Acerca de la cantidad y calidad de
proteínas, grasas y vitaminas que
contienen los insectos se ha demostrado
su alto valor nutritivo, ya que,
aprovechados de forma sistemática,
constituyen una fuente alimenticia que
cumple dos características cruciales:
elevada calidad nutricional y suficiente
abundancia en la naturaleza (Aragon,
2005). Al respecto Valdez et al. (2010)
demostraron que el aceite extraído de
las larvas del gusano de la harina
Tenebrio molitor L. (Coleoptera)
poseen 51,33% de ácido oleico y
22,47% de ácido linoleíco, comparable
con aceites de alta calidad como el
aceite de oliva. El 60% de la proteína
animal que consumen los pueblos
indígenas de la Amazonía venezolana
provienen de insectos, en especial
saltamontes y larvas de Rhynchophorus
palmarum (Paoletti et al., 2000).
Las larvas del picudo del cocotero
Rhynchoporus palmarum L.
(Coleoptera: Curculionidae) juegan un
papel importante como fuente de
proteínas para los indígenas amazónicos
y es considerada como muy apetitosa.
Esta larva es un invalorable recurso
local para las poblaciones indígenas que
las colectan de las palmeras y las comen
directamente o asadas (Araujo y
Beserra, 2007). Cerda et al. (1999)
reportaron que las larvas de R.
palmarum tienen un alto valor
nutricional, y también son ricas en
vitamina E, de tal manera que 100 g de
larva cubren la necesidad diaria en
humanos; y, contienen vitamina A
equivalente a 85 µg de retinol, superior
al de la leche que es de 37 µg. En un
estudio realizado a 100 personas de la
Amazonía colombiana por Paoletti et al.
(2000) se observó que el consumo anual
per cápita de larvas de R. palmarum fue
de 6 kg, con un peso promedio por larva
en estado fresco de 8 a 12 g cada una, lo
que coincide con lo reportado por
Araujo et al. (2007) de que en la
Amazonía las larvas de coleópteros que
más se consumían eran Rhynchophorus
palmarum y Rhinostomus barbirothis
Raf. (Coleoptera: Curculionidae), y
constituyen el plato más apreciado por
los indígenas de la etnia Yanomami, en
la categoría de invertebrados
comestibles. En cambio en Colombia y
Venezuela se consumen alrededor de
2000 ejemplares de gusanos de la palma
por hora (Ramos-Elorduy et al., 2007)
Sancho 53
datos que también reflejan la
importancia del consumo de larvas de R.
palmarum para los habitantes de esos
lugares.
Estos insectos se alimentan y
cumplen su ciclo de vida en las plantas
de la familia Palmae (Arecaceae), que
son sus hospederos naturales más
comunes (Parra et al., 2003). Los
adultos se encuentran frecuentemente en
la base de las axilas de las hojas y las
hembras hacen perforaciones en el área
más blanda de la región internodal y allí
depositan los huevos. Las larvas
emergen después de un período de
incubación de 3,2 + 0,93 días y penetran
los tejidos internos del ápice en donde
se desplazan a través de galerías
irregulares que construyen durante el
proceso de alimentación (Sánchez et al.,
2000). La infestación suele observarse
con mayor incidencia en el periodo de
agosto a octubre. Las hembras presentan
dos generaciones por año. Sin embargo,
las oviposiciones son frecuentes de
acuerdo con las condiciones de sombra
y humedad, lo cual permite su presencia
durante todo el año (Pérez y Iannacone,
2006). El ciclo total del insecto es de 4 a
6 meses, incluyendo 1 a 2 meses como
adulto. La hembra pone un promedio de
doscientos huevos durante el primer
mes, estos tienen un período de
incubación de 2 a 3 días. En promedio
tienen 9 etapas larvales y se presenta
canibalismo durante toda la fase de
crecimiento larval (Sánchez et al.,
1993).
Situación en Ecuador
Para Ecuador no se han
encontrado investigaciones sobre las
larvas de R. Palmarum, no obstante
Barragán et al. (2009) indican que en
los pueblos amazónicos ecuatorianos se
evidencia su consumo, y expresan que
en Ecuador existe una herencia cultural
sobre el consumo de insectos por una
variedad de culturas indígenas actuales e
históricas. Se cita como ejemplo la larva
de R. palmarum, más conocida como
“chontacuro”, la que es comercializada
y cocinada en varias provincias de la
Amazonía ecuatoriana. Este territorio es
un hábitat rico en insectos,
particularmente en especies de gran
tamaño que forman enjambres; y como
lo mencionan Viesca y Romero (2009)
si un hábitat es pobre en vertebrados de
gran tamaño, salvajes o domesticados,
las dietas tendrán la tendencia a ser
altamente insectívoras. Sin embargo, la
cría de insectos es ínfima en relación
con el número de especies comestibles
que se ingieren, se podría pensar que
cuando el recurso es muy abundante
este no necesita ser cultivado (Ramos-
Elorduy et al., 2007).
Dentro de las especies
consumidas, según Costa-Neto et al.
(2006), los gorgojos del género
Rhynchophorus probablemente son los
54
Insecto en la alimentación tradicional
insectos comestibles no domesticados
cultivados con mayor distribución en
Asia, África y Latinoamérica, no sólo
por ser destinados a la alimentación,
sino también por su efecto en la
economía doméstica cuando se destinan
a la comercialización. De potencializar
este recurso con el objetivo de crear
hábitos de consumo y comercializarlos,
se deben desarrollar crías masivas con
alimentación artificial bajo condiciones
controladas de humedad, luz y
temperatura en cuartos climatizados
(Cerda et al., 1999). La importancia de
estas condiciones controladas es
confirmada por González y García
(1992) al estudiar la factibilidad de
producción y explotación de las larvas,
cuando investigaron sobre el ciclo
biológico, longevidad y oviposición de
este insecto determinando que existe
posibilidad de criarlas para una eventual
industrialización.
Costa-Neto y Ramos-Elorduy
(2006) plantearon que criar los insectos
pudiera ser ambientalmente menos
dañino que la ganadería, mientras que
Miranda et al. (2011) señalaron que esta
actividad puede traer grandes beneficios
porque se ha demostrado que los
insectos son una fuente alimenticia
importante y económica
Los pobladores amazónicos a
través de sus conocimientos ancestrales
han explotado al Rhynchoporus
palmarum, derribando las palmas de
Mauritia flexuosa L.f., Oenocarpus
bataua Mart. o Attalea maripa (Aubl.)
Mart., existentes en los alrededores de
sus comunidades, para promover la
infestación del chontacuro que se da
transcurridas las cuatro semanas. Las
larvas recolectadas son trasladadas a
recipientes de cebado o engorde en
donde son alimentadas con Saccharum
officinarum L. o trozos de Oenocarpus
bataua y Attalea maripa durante 10 a
15 días, y luego se consumen antes de
llegar a pupa. Esta práctica de cultivo
tiene un beneficio adicional porque se
produce abono orgánico a partir de la
descomposición del material vegetal,
debido al aumento de la acción de los
microrganismos responsables del
proceso de mineralización (Cerda et al.,
1999).
La cría y uso de los insectos
como alimento será posible si se elimina
o minimiza la actitud “occidental” con
relación a la naturaleza, que supone la
entomofagia repugnante, o cuando
menos, propia de pueblos “poco
civilizados”, lo que provoca una gradual
disminución del consumo de los
insectos como alimento humano, sin dar
una alternativa real a la pérdida del
recurso nutritivo. Cerda et al. (1999)
manifiestan que contradictoriamente los
insectos son consumidos de manera
involuntaria a través de frutas, salsa de
tomate, harina de trigo, entre otras, en
Sancho 55
cantidades superiores a 500 g per cápita
por año (Piojan, 2001). En los Estados
Unidos se considera aceptada la
presencia de insectos en las
especificaciones de productos
alimenticios, tales como chocolates,
macarrones, fideos y harina de trigo
(Miranda et al., 2011).
Conclusiones
A partir de la literatura
consultada, se puede concluir que los
insectos pueden considerarse un recurso
con gran potencial para ser utilizados en
la alimentación humana, como una
fuente rica en nutrientes, especialmente
proteínas y pidos de excelente calidad.
La fácil adaptación al medio, la alta tasa
de reproducción, la capacidad de vuelo,
la resistencia a enfermedades y la
eficiencia en la transformación de
material vegetal en proteína animal,
convierte a los insectos en una
alternativa alimenticia para los lugares
en donde la ganadería convencional no
puede desarrollarse adecuadamente,
como es el caso de muchas áreas de la
Amazonía.
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