Etnozoología quichua para la conservación de los mamíferos ungulados en la
Amazonía central del Ecuador provincia Pastaza.
Iván Jácome-Negrete¹,Venancio Tanchima², Patricio Santi² y Cristian Vargas²
¹Instituto Quichua de Biotecnología Sacha Supai, Puyo, Ecuador.
²Pueblo Ancestral Quichua de Curaray, Pastaza, Ecuador
pagurito@yahoo.es
Resumen
Se realizó un estudio etnozoológico preliminar para investigar el estado de
conservación de los mamíferos ungulados, sus usos, la intensidad estacional de
su caza y proponer alternativas para su conservación, desde el etnoconocimiento
del Pueblo Quichua de Curaray, en la Amazonía central del Ecuador. La riqueza
de ungulados locales fue evaluada mediante 195 km. recorridos en transectos
lineales. Los usos fueron investigados en talleres. Las preferencias de caza sobre
este grupo de fauna fueron documentadas con encuestas aplicadas a 35 cazado-
res quichuas. Las alternativas de conservación fueron identificadas participativa-
mente en talleres comunitarios. En Curaray coexisten 5 especies de ungulados
siendo el tapir y el pecarí de collar los más abundantes. Todos los ungulados
registraron usos como alimento, medicina, artesanía, ritual y animal de compa-
ñía. En el verano, los ungulados cazados representaron un 27% del número total
de mamíferos cazados mensualmente con una contribución en biomasa de un
74% de la biomasa total extraída, siendo las especies más sensibles a la caza el
tapir y los pecaríes. Para los cazadores quichua, las poblaciones de todos los
ungulados están en declive por el aumento de la caza comercial y la pérdida de
conocimientos ancestrales de respeto a la fauna y sus ambientes. Ante ello, las
familias proponen crear zonas de cosecha regulada y conservación de la fauna
dentro del territorio y aplicar normas para la veda temporal del tapir, cuotas de
cosecha para los pecaríes y protección de los saladeros como sitios sagrados.
Palabras clave: etnozoología quichua, usos, cacería, mamíferos ungulados,
conservación.
Abstract
One preliminary ethnozoological study to investigate the condition of ungulates,
their uses, the intensity of seasonal hunting and propose alternatives for
conservation from the Quichua People of Curaray in central Amazon of Ecuador
was performed. The richness of local ungulates was evaluated by 195 km. of
transects. The uses were investigated in workshops. The hunting preferences of
this group were documented by surveys of 35 quichua hunters. Conservation
alternatives were identified in participatory community workshops. In Curaray
five species of ungulates coexist being amazonian tapir and collared peccary
more abundant. All ungulates recorded uses as food, medicine, crafts, ritual and
pet. In the summer, the hunted ungulates accounted for 27% of total number of
mammals hunted with a monthly contribution of biomass to 74 % of the total
extracted biomass, the most sensitive to hunting tapir and peccary species. For
quichua hunters, all ungulate populations are declining by increased commercial
hunting and loss of respect for ancestral knowledge of wildlife and their envi-
ronments. In response, families intend to create regulated areas of harvesting
and wildlife conservation in your territory and implement communal regulations
for the closed season of the tapir, harvest quotas for peccaries and protection of
sacred sites.
Key Words: quichua ethnozoology, ethno-uses, hunting, tapir, peccaries,
conservation.
Introducción.
Las comunidades indígenas a-
mazónicas han iniciado un proceso de
formulación de sus planes de vida y
planes territoriales, y en estos instru-
mentos de planificación se identifica
como un componente estratégico al
manejo de la fauna silvestre (Ro-
dríguez y van der Hammen, 2003),
tomando en cuenta que la cacería al
ser una de las principales formas de
subsistencia para los pueblos indíge-
nas, es también una de las causas para
la reducción de la fauna silvestre
(Zapata, 2001). Particularmente, cier-
tos mamíferos ungulados como el ta-
pir amazónico, los pecaríes y venados
son especies que tradicionalmente re-
gistran un alto valor cinegético para
las comunidades indígenas amazóni-
cas (Bodmer et al., 2000; Siren et al.,
2000; Aquino y Calle, 2003).
Además, en la Amazonía
ecuatoriana, durante las últimas déca-
das se han reducido significativamen-
te los hábitats naturales y el tamaño de
las poblaciones de fauna silvestre por
la fragmentación del bosque, la colo-
nización y el tráfico de especies, razo-
nes por las que resulta indispensable
formular acciones para garantizar la
conservación de la fauna a largo plazo
sustentadas en nuevas investigaciones
(Zapata-Ríos et al., 2006).
Ante estas amenazas actuales
sobre la biodiversidad faunística, los
territorios indígenas titulados juegan
un importante papel en la conserva-
ción de la biodiversidad cuando la
toma de decisiones de manejo de la
vida silvestre se sustenta en la combi-
nación del conocimiento indígena y el
conocimiento exógeno. Esta combi-
nación de visiones y saberes podría
ayudar a prevenir la pérdida de hábi-
tats y especies vinculando directa-
mente a los cazadores locales en la
conservación participativa del recurso
fauna (Towsend, 2003). En este con-
texto, aparece la etnozoología como
una ciencia emergente que investiga
aspectos biológicos y culturales de la
fauna y sus usos, incluyendo técnicas
de caza, cosecha o crianza y su impac-
to sobre las poblaciones animales así
como las prácticas de cosecha, mane-
jo y conservación de los recursos fau-
nísticos desde la visión de los usuarios
locales (Santos Fita et al., 2009a). De
este modo, la etnozoología, al dedi-
carse al estudio de cómo los seres hu-
manos integran conocimiento y prácti-
ca con relación a los animales se
convierte en un campo de investiga-
ción favorable para la búsqueda de
alternativas de conservación de la fau-
na silvestre (Santos Fita et al., 2009b).
Para los habitantes del Pueblo
Quichua de Curaray, la fauna silvestre
amazónica es aún un elemento clave
de su vida por su importancia alimen-
ticia, ecológica y cultural (Reeve,
2002). Por esta razón, en el año 2009,
las familias de Curaray iniciaron un
proceso participativo de ordenamien-
to territorial intercomunitario y ma-
nejo más sostenible de la fauna silves-
tre sustentados en su propia visión de
vida y conocimientos. Para ello se
planteó la realización de un estudio
etnozoológico para investigar el es-
tado de conservación de los mamífe-
ros ungulados locales, sus usos desde
el conocimiento quichua y las prefe-
rencias cinegéticas de los cazadores
quichua sobre estas especies para pro-
poner alternativas para su conserva-
ción desde la visión del Sumac Causai
o Buen Vivir.
Material y métodos
El área de estudio está circuns-
crita al Territorio del Pueblo Ances-
tral Quichua de Curaray con una
superficie de 240.000 hectáreas loca-
lizadas en la cuenca media del río
Curaray, en la provincia de Pastaza,
Ecuador entre las siguientes coorde-
nadas geográficas:
1°26´47”S y 77°9´25”W y 1°37´40”S
y 76°26´17”W (Figura 1). De acuerdo
a la clasificación de la vegetación pro-
puesta por Sierra (1999), en este terri-
torio predomina el bosque siempre
verde de tierras bajas, seguido del
bosque inundable de palmas de tierras
bajas y el bosque inundable por aguas
negras. Por su zoogeografía, todo el
territorio pertenece al Piso Tropical
Oriental (Albuja et al., 1980). La
altura media de la zona es de 250
m.s.n.m. y su temperatura de 25 gra-
dos centígrados.
Etnográficamente, las familias
de la zona se auto-identifican como
Curaray Runa, siendo representantes
actuales de una población multiétnica
conformada por lazos de matrimonio
entre personas de los grupos étnicos
Záparos, Canelos y Quichua del Napo
(Reeve, 2002). Las principales activi-
dades de vida familiar en la zona son la
pesca, caza, agricultura y recolección
de productos del bosque (Vacacela,
2007). Según el uso actual del suelo,
aproximadamente un 90% del territo-
rio está aún cubierto por bosques
primarios bien conservados, mientras
que únicamente en los alrededores de
los asentamientos quichua existen
bosques secundarios, cultivos agríco-
las y zonas despejadas correspondien-
tes a infraestructura comunitaria.
Jácome et al
173
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Introducción.
Las comunidades indígenas a-
mazónicas han iniciado un proceso de
formulación de sus planes de vida y
planes territoriales, y en estos instru-
mentos de planificación se identifica
como un componente estratégico al
manejo de la fauna silvestre (Ro-
dríguez y van der Hammen, 2003),
tomando en cuenta que la cacería al
ser una de las principales formas de
subsistencia para los pueblos indíge-
nas, es también una de las causas para
la reducción de la fauna silvestre
(Zapata, 2001). Particularmente, cier-
tos mamíferos ungulados como el ta-
pir amazónico, los pecaríes y venados
son especies que tradicionalmente re-
gistran un alto valor cinegético para
las comunidades indígenas amazóni-
cas (Bodmer et al., 2000; Siren et al.,
2000; Aquino y Calle, 2003).
Además, en la Amazonía
ecuatoriana, durante las últimas déca-
das se han reducido significativamen-
te los hábitats naturales y el tamaño de
las poblaciones de fauna silvestre por
la fragmentación del bosque, la colo-
nización y el tráfico de especies, razo-
nes por las que resulta indispensable
formular acciones para garantizar la
conservación de la fauna a largo plazo
sustentadas en nuevas investigaciones
(Zapata-Ríos et al., 2006).
Ante estas amenazas actuales
sobre la biodiversidad faunística, los
territorios indígenas titulados juegan
un importante papel en la conserva-
ción de la biodiversidad cuando la
toma de decisiones de manejo de la
vida silvestre se sustenta en la combi-
nación del conocimiento indígena y el
conocimiento exógeno. Esta combi-
nación de visiones y saberes podría
ayudar a prevenir la pérdida de hábi-
tats y especies vinculando directa-
mente a los cazadores locales en la
conservación participativa del recurso
fauna (Towsend, 2003). En este con-
texto, aparece la etnozoología como
una ciencia emergente que investiga
aspectos biológicos y culturales de la
fauna y sus usos, incluyendo técnicas
de caza, cosecha o crianza y su impac-
to sobre las poblaciones animales así
como las prácticas de cosecha, mane-
jo y conservación de los recursos fau-
nísticos desde la visión de los usuarios
locales (Santos Fita et al., 2009a). De
este modo, la etnozoología, al dedi-
carse al estudio de cómo los seres hu-
manos integran conocimiento y prácti-
ca con relación a los animales se
convierte en un campo de investiga-
ción favorable para la búsqueda de
alternativas de conservación de la fau-
na silvestre (Santos Fita et al., 2009b).
Para los habitantes del Pueblo
Quichua de Curaray, la fauna silvestre
amazónica es aún un elemento clave
de su vida por su importancia alimen-
ticia, ecológica y cultural (Reeve,
2002). Por esta razón, en el año 2009,
las familias de Curaray iniciaron un
proceso participativo de ordenamien-
to territorial intercomunitario y ma-
nejo más sostenible de la fauna silves-
tre sustentados en su propia visión de
vida y conocimientos. Para ello se
planteó la realización de un estudio
etnozoológico para investigar el es-
tado de conservación de los mamífe-
ros ungulados locales, sus usos desde
el conocimiento quichua y las prefe-
rencias cinegéticas de los cazadores
quichua sobre estas especies para pro-
poner alternativas para su conserva-
ción desde la visión del Sumac Causai
o Buen Vivir.
Material y métodos
El área de estudio está circuns-
crita al Territorio del Pueblo Ances-
tral Quichua de Curaray con una
superficie de 240.000 hectáreas loca-
lizadas en la cuenca media del río
Curaray, en la provincia de Pastaza,
Ecuador entre las siguientes coorde-
nadas geográficas:
1°26´47”S y 77°9´25”W y 1°37´40”S
y 76°26´17”W (Figura 1). De acuerdo
a la clasificación de la vegetación pro-
puesta por Sierra (1999), en este terri-
torio predomina el bosque siempre
verde de tierras bajas, seguido del
bosque inundable de palmas de tierras
bajas y el bosque inundable por aguas
negras. Por su zoogeografía, todo el
territorio pertenece al Piso Tropical
Oriental (Albuja et al., 1980). La
altura media de la zona es de 250
m.s.n.m. y su temperatura de 25 gra-
dos centígrados.
Etnográficamente, las familias
de la zona se auto-identifican como
Curaray Runa, siendo representantes
actuales de una población multiétnica
conformada por lazos de matrimonio
entre personas de los grupos étnicos
Záparos, Canelos y Quichua del Napo
(Reeve, 2002). Las principales activi-
dades de vida familiar en la zona son la
pesca, caza, agricultura y recolección
de productos del bosque (Vacacela,
2007). Según el uso actual del suelo,
aproximadamente un 90% del territo-
rio está aún cubierto por bosques
primarios bien conservados, mientras
que únicamente en los alrededores de
los asentamientos quichua existen
bosques secundarios, cultivos agríco-
las y zonas despejadas correspondien-
tes a infraestructura comunitaria.
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Introducción.
Las comunidades indígenas a-
mazónicas han iniciado un proceso de
formulación de sus planes de vida y
planes territoriales, y en estos instru-
mentos de planificación se identifica
como un componente estratégico al
manejo de la fauna silvestre (Ro-
dríguez y van der Hammen, 2003),
tomando en cuenta que la cacería al
ser una de las principales formas de
subsistencia para los pueblos indíge-
nas, es también una de las causas para
la reducción de la fauna silvestre
(Zapata, 2001). Particularmente, cier-
tos mamíferos ungulados como el ta-
pir amazónico, los pecaríes y venados
son especies que tradicionalmente re-
gistran un alto valor cinegético para
las comunidades indígenas amazóni-
cas (Bodmer et al., 2000; Siren et al.,
2000; Aquino y Calle, 2003).
Además, en la Amazonía
ecuatoriana, durante las últimas déca-
das se han reducido significativamen-
te los hábitats naturales y el tamaño de
las poblaciones de fauna silvestre por
la fragmentación del bosque, la colo-
nización y el tráfico de especies, razo-
nes por las que resulta indispensable
formular acciones para garantizar la
conservación de la fauna a largo plazo
sustentadas en nuevas investigaciones
(Zapata-Ríos et al., 2006).
Ante estas amenazas actuales
sobre la biodiversidad faunística, los
territorios indígenas titulados juegan
un importante papel en la conserva-
ción de la biodiversidad cuando la
toma de decisiones de manejo de la
vida silvestre se sustenta en la combi-
nación del conocimiento indígena y el
conocimiento exógeno. Esta combi-
nación de visiones y saberes podría
ayudar a prevenir la pérdida de hábi-
tats y especies vinculando directa-
mente a los cazadores locales en la
conservación participativa del recurso
fauna (Towsend, 2003). En este con-
texto, aparece la etnozoología como
una ciencia emergente que investiga
aspectos biológicos y culturales de la
fauna y sus usos, incluyendo técnicas
de caza, cosecha o crianza y su impac-
to sobre las poblaciones animales así
como las prácticas de cosecha, mane-
jo y conservación de los recursos fau-
nísticos desde la visión de los usuarios
locales (Santos Fita et al., 2009a). De
este modo, la etnozoología, al dedi-
carse al estudio de cómo los seres hu-
manos integran conocimiento y prácti-
ca con relación a los animales se
convierte en un campo de investiga-
ción favorable para la búsqueda de
alternativas de conservación de la fau-
na silvestre (Santos Fita et al., 2009b).
Para los habitantes del Pueblo
Quichua de Curaray, la fauna silvestre
amazónica es aún un elemento clave
de su vida por su importancia alimen-
ticia, ecológica y cultural (Reeve,
2002). Por esta razón, en el año 2009,
las familias de Curaray iniciaron un
proceso participativo de ordenamien-
to territorial intercomunitario y ma-
nejo más sostenible de la fauna silves-
tre sustentados en su propia visión de
vida y conocimientos. Para ello se
planteó la realización de un estudio
etnozoológico para investigar el es-
tado de conservación de los mamífe-
ros ungulados locales, sus usos desde
el conocimiento quichua y las prefe-
rencias cinegéticas de los cazadores
quichua sobre estas especies para pro-
poner alternativas para su conserva-
ción desde la visión del Sumac Causai
o Buen Vivir.
Material y métodos
El área de estudio está circuns-
crita al Territorio del Pueblo Ances-
tral Quichua de Curaray con una
superficie de 240.000 hectáreas loca-
lizadas en la cuenca media del río
Curaray, en la provincia de Pastaza,
Ecuador entre las siguientes coorde-
nadas geográficas:
1°26´47”S y 77°9´25”W y 1°37´40”S
y 76°26´17”W (Figura 1). De acuerdo
a la clasificación de la vegetación pro-
puesta por Sierra (1999), en este terri-
torio predomina el bosque siempre
verde de tierras bajas, seguido del
bosque inundable de palmas de tierras
bajas y el bosque inundable por aguas
negras. Por su zoogeografía, todo el
territorio pertenece al Piso Tropical
Oriental (Albuja et al., 1980). La
altura media de la zona es de 250
m.s.n.m. y su temperatura de 25 gra-
dos centígrados.
Etnográficamente, las familias
de la zona se auto-identifican como
Curaray Runa, siendo representantes
actuales de una población multiétnica
conformada por lazos de matrimonio
entre personas de los grupos étnicos
Záparos, Canelos y Quichua del Napo
(Reeve, 2002). Las principales activi-
dades de vida familiar en la zona son la
pesca, caza, agricultura y recolección
de productos del bosque (Vacacela,
2007). Según el uso actual del suelo,
aproximadamente un 90% del territo-
rio está aún cubierto por bosques
primarios bien conservados, mientras
que únicamente en los alrededores de
los asentamientos quichua existen
bosques secundarios, cultivos agríco-
las y zonas despejadas correspondien-
tes a infraestructura comunitaria.
Figura 1. Área de estudio. Territorio Quichua de Curaray, provincia de Pastaza.
Para determinar la riqueza de
especies de mamíferos ungulados de
caza se realizaron censos utilizando el
método de transectos lineales (Marsh,
2004; Aquino, 2005; Aquino et al.,
2007; Sánchez y Vásquez, 2007).
Este método ha sido usado en
otros estudios faunísticos al interior
del Territorio Quichua de Pastaza por
ajustarse más adecuadamente a la
dinámica natural de los cazadores
quichua (Vacacela et al., 2005). Al
interior del territorio quichua de Cura-
ray se realizaron 38 transectos de 5
km de distancia cada uno entre octu-
bre y noviembre del 2009, sobre los
sacha purina ñambi (senderos o picas
de caza) de uso habitual de los caza-
dores locales. Todos los transectos se
iniciaron generalmente a orillas del río
principal (Curaray o Villano) y de ahí
partieron en dirección perpendicular
desde el río hacia los bosques colina-
dos atravesando bosques riparios,
moretales y principalmente llanuras de
tierra firme. Cada transecto fue reco-
rrido por dos personas (un cazador
conocedor del área y un encargado del
registro de datos) a partir de las 6:00 a
una velocidad media de 1,5 Km / h. Se
registraron datos de localización geo-
gráfica de inicio y fin del transecto, la
vegetación predominante, los usos hu-
manos actuales del sitio, aspectos cli-
máticos del día y el número y especie
de los animales observados directa-
mente o de sus rastros o signos indi-
rectos dejados, con énfasis en ungula-
dos: huellas, excrementos, dormideros
o bañaderos frescos.
Para caracterizar los usos de
los ungulados locales, a partir de los
registros diarios de campo de los tran-
sectos inventariados, se elaboró una
lista corta de las especies registradas.
Luego, con la participación de un
grupo focal de trabajo constituido por
varios cazadores quichua (n=12) se
registraron todos los posibles usos de
cada especie que los miembros del
grupo focal citaban. En talleres orga-
nizados con cada una de las comuni-
dades se confirmaba y ampliaba la
información sobre los diferentes usos
reportados de los mamíferos locales.
Para documentar las preferen-
cias de caza durante el verano en la
zona se solicitó la participación vo-
luntaria de los cazadores de las comu-
nidades quichua de diferentes rangos
de edad para levantar un registro
temporal mensual de sus actividades
cinegéticas (Rubio et al.,2000). Se
aplicó una encuesta considerando una
muestra del 30% del número total de
familias existentes en el área. Los
datos tomados en el registro mensual
de eventos de caza fueron los siguien-
tes: especie de animal cazado, horario,
instrumento, procedimiento, lugar de
caza así como el número de animales
muertos en cada cacería efectuada
durante septiembre del 2009 por cada
cazador encuestado. Toda la informa-
ción de la encuesta fue categorizada y
codificada, para luego ser agrupada en
un modelo de banco simple de datos
conforme recomiendan Fernandes-
Pinto y Krüger (2000).
Adicionalmente se utilizaron
como metodologías complementarias
de esta investigación etnozoológica a
la observación participante, excursio-
nes guiadas y la documentación de
historias orales (Rodrigues, 2009).
Al final de la fase de campo, se
organizaron talleres en cada comuni-
dad con la participación de las fami-
lias quichua para identificar participa-
tivamente alternativas para la conser-
vación de los mamíferos locales.
Resultados
En el Territorio del Pueblo
Ancestral Quichua de Curaray desde
el seis de octubre al 17 de noviembre
del 2009 fueron recorridos 195 km de
transectos, aprovechando las sendas
abiertas por los cazadores locales, con
el propósito de registrar mamíferos
ungulados de caza.
En total fueron recorridos 30
km de bosques riparios, 10 km de bos-
ques de palmas de morete Mauritia
flexuosa L.f., 90 km de bosque de
llanura de tierra firme y 65 km de bos-
que de colina de tierra firme en nueve
localidades elegidas en consenso por
las familias quichua.
Se registraron cuatro especies
de mamíferos ungulados de caza: el
tapir amazónico o sacha huagra Tapi-
rus terrestris L., el pecarí de labios
blancos o huangana Tayassu pecari
Link, el pecarí de collar o lumucuchi
Pecari tajacu L. y el venado rojo o ta-
ruga Mazama americana Erxleben. El
tapir y el pecarí de collar fueron los
ungulados más frecuentemente regis-
trados durante el estudio. Para Tapirus
terrestris, de 25 registros realizados ú-
nicamente uno fue por observación
directa de un ejemplar adulto mientras
que los restantes 24 registros indirec-
tos usualmente fueron huellas frescas
de individuos adultos, jóvenes o de un
adulto con cría en sitios relativamente
cercanos a esteros y pantanales. Para
Pecari tajacu se logró un registro di-
recto y 21 registros indirectos (hue-
llas, hozados, raspados, olor y excre-
mentos frescos). Para Tayassu pecari
solamente se hicieron 14 registros in-
directos consistentes en huellas fres-
cas de manadas, hozados y un dormi-
dero usado en la noche anterior. Mien-
tras que para Mazama americana se
realizó un registro directo de un ani-
mal adulto observado y cuatro regis-
tros indirectos consistentes en huellas
frescas de adultos o de un adulto con
su cría.
Los usos registrados para sa-
cha huagra T. terrestris desde el cono-
cimiento quichua incluyeron las cate-
gorías de alimento, medicina, artesa-
nal, ritual y como animal de compa-
ñía. Su carne sirve como alimento a
las familias. La ingesta del polvo de
sus uñas diluido en agua tibia alivia
problemas cardíacos. El cuero es usa-
do como forro para tambores. El azote
con los genitales y pene de un tapir
recién cazado a los niños les transfiere
el poder de buenos caminantes y
corredores.
Además se capturan ocasional-
mente crías de tapir que se mantienen
como mascotas en las comunidades hasta
su adultez y luego retornan a la selva.
Los pecaríes Tayassu pecari y
Pecari tajacu registraron usos inclui-
dos en las categorías de alimento,
artesanía, ritual y como animales de
compañía. La carne de ambas especies
es muy apetecida dentro de la culina-
ria quichua. Con sus cueros se forran
tambores y de sus colmillos se tallan
colgantes para collares. Del pecari de
collar específicamente se usa una
porción del fémur de su pata trasera
derecha para confeccionar las boqui-
llas de las cerbatanas. Los pecaríes
también registraron un uso ritual simi-
lar al del tapir, al emplearse sus órga-
nos genitales para azotar a los niños
como una forma de transferencia del
poder de buenos caminantes y corre-
dores. Así mismo, si eventualmente se
capturan crías pequeñas durante las
cacerías, estas son criadas como mas-
cotas hasta su adultez en las viviendas
quichua.
La taruga Mazama americana
y el ushpitu M. nemorivaga Cuvier
registraron categorías de uso como
alimento, etnomedicina y ritual. Am-
bas especies se cazan muy eventual-
mente por su carne que es poco apete-
cida por su alto contenido de grasa.
Desde la etnomedicina quichua se
ingiere el polvo de sus cuernos con
agua aromática como acelerante del
parto en una mujer ges- tante. Estas
dos especies de venados locales tam-
bién registraron el mismo uso ritual
reportado para los pecaríes.
La evaluación preliminar rea-
lizada acerca de las preferencias cine-
géticas de los cazadores quichua sobre
los mamíferos locales durante la épo-
ca de verano se sustentó en la encuesta
a 35 cazadores cuyo rango de edad
fluctuó entre 18 y 85 años. Las
encuestas aplicadas permitieron esta-
blecer que un total de 207 mamíferos
de 18 especies fueron abatidos duran-
te el mes de septiembre del 2009
dentro del Territorio Quichua del
Curaray, de los cuales un total de 57
individuos cazados (27,53%) pertene-
cieron a cinco especies de ungulados
(27,7%). Todas las especies de mamí-
feros y el número de individuos caza-
dos por especie ordenados de mayor a
menor frecuencia de caza se presentan
en la Tabla 1.
176 Etnozoología quichua para la conservación de los mamíferos ungulados
Introducción.
Las comunidades indígenas a-
mazónicas han iniciado un proceso de
formulación de sus planes de vida y
planes territoriales, y en estos instru-
mentos de planificación se identifica
como un componente estratégico al
manejo de la fauna silvestre (Ro-
dríguez y van der Hammen, 2003),
tomando en cuenta que la cacería al
ser una de las principales formas de
subsistencia para los pueblos indíge-
nas, es también una de las causas para
la reducción de la fauna silvestre
(Zapata, 2001). Particularmente, cier-
tos mamíferos ungulados como el ta-
pir amazónico, los pecaríes y venados
son especies que tradicionalmente re-
gistran un alto valor cinegético para
las comunidades indígenas amazóni-
cas (Bodmer et al., 2000; Siren et al.,
2000; Aquino y Calle, 2003).
Además, en la Amazonía
ecuatoriana, durante las últimas déca-
das se han reducido significativamen-
te los hábitats naturales y el tamaño de
las poblaciones de fauna silvestre por
la fragmentación del bosque, la colo-
nización y el tráfico de especies, razo-
nes por las que resulta indispensable
formular acciones para garantizar la
conservación de la fauna a largo plazo
sustentadas en nuevas investigaciones
(Zapata-Ríos et al., 2006).
Ante estas amenazas actuales
sobre la biodiversidad faunística, los
territorios indígenas titulados juegan
un importante papel en la conserva-
ción de la biodiversidad cuando la
toma de decisiones de manejo de la
vida silvestre se sustenta en la combi-
nación del conocimiento indígena y el
conocimiento exógeno. Esta combi-
nación de visiones y saberes podría
ayudar a prevenir la pérdida de hábi-
tats y especies vinculando directa-
mente a los cazadores locales en la
conservación participativa del recurso
fauna (Towsend, 2003). En este con-
texto, aparece la etnozoología como
una ciencia emergente que investiga
aspectos biológicos y culturales de la
fauna y sus usos, incluyendo técnicas
de caza, cosecha o crianza y su impac-
to sobre las poblaciones animales así
como las prácticas de cosecha, mane-
jo y conservación de los recursos fau-
nísticos desde la visión de los usuarios
locales (Santos Fita et al., 2009a). De
este modo, la etnozoología, al dedi-
carse al estudio de cómo los seres hu-
manos integran conocimiento y prácti-
ca con relación a los animales se
convierte en un campo de investiga-
ción favorable para la búsqueda de
alternativas de conservación de la fau-
na silvestre (Santos Fita et al., 2009b).
Para los habitantes del Pueblo
Quichua de Curaray, la fauna silvestre
amazónica es aún un elemento clave
de su vida por su importancia alimen-
ticia, ecológica y cultural (Reeve,
2002). Por esta razón, en el año 2009,
las familias de Curaray iniciaron un
proceso participativo de ordenamien-
to territorial intercomunitario y ma-
nejo más sostenible de la fauna silves-
tre sustentados en su propia visión de
vida y conocimientos. Para ello se
planteó la realización de un estudio
etnozoológico para investigar el es-
tado de conservación de los mamífe-
ros ungulados locales, sus usos desde
el conocimiento quichua y las prefe-
rencias cinegéticas de los cazadores
quichua sobre estas especies para pro-
poner alternativas para su conserva-
ción desde la visión del Sumac Causai
o Buen Vivir.
Material y métodos
El área de estudio está circuns-
crita al Territorio del Pueblo Ances-
tral Quichua de Curaray con una
superficie de 240.000 hectáreas loca-
lizadas en la cuenca media del río
Curaray, en la provincia de Pastaza,
Ecuador entre las siguientes coorde-
nadas geográficas:
1°26´47”S y 77°9´25”W y 1°37´40”S
y 76°26´17”W (Figura 1). De acuerdo
a la clasificación de la vegetación pro-
puesta por Sierra (1999), en este terri-
torio predomina el bosque siempre
verde de tierras bajas, seguido del
bosque inundable de palmas de tierras
bajas y el bosque inundable por aguas
negras. Por su zoogeografía, todo el
territorio pertenece al Piso Tropical
Oriental (Albuja et al., 1980). La
altura media de la zona es de 250
m.s.n.m. y su temperatura de 25 gra-
dos centígrados.
Etnográficamente, las familias
de la zona se auto-identifican como
Curaray Runa, siendo representantes
actuales de una población multiétnica
conformada por lazos de matrimonio
entre personas de los grupos étnicos
Záparos, Canelos y Quichua del Napo
(Reeve, 2002). Las principales activi-
dades de vida familiar en la zona son la
pesca, caza, agricultura y recolección
de productos del bosque (Vacacela,
2007). Según el uso actual del suelo,
aproximadamente un 90% del territo-
rio está aún cubierto por bosques
primarios bien conservados, mientras
que únicamente en los alrededores de
los asentamientos quichua existen
bosques secundarios, cultivos agríco-
las y zonas despejadas correspondien-
tes a infraestructura comunitaria.
Para determinar la riqueza de
especies de mamíferos ungulados de
caza se realizaron censos utilizando el
método de transectos lineales (Marsh,
2004; Aquino, 2005; Aquino et al.,
2007; Sánchez y Vásquez, 2007).
Este método ha sido usado en
otros estudios faunísticos al interior
del Territorio Quichua de Pastaza por
ajustarse más adecuadamente a la
dinámica natural de los cazadores
quichua (Vacacela et al., 2005). Al
interior del territorio quichua de Cura-
ray se realizaron 38 transectos de 5
km de distancia cada uno entre octu-
bre y noviembre del 2009, sobre los
sacha purina ñambi (senderos o picas
de caza) de uso habitual de los caza-
dores locales. Todos los transectos se
iniciaron generalmente a orillas del río
principal (Curaray o Villano) y de ahí
partieron en dirección perpendicular
desde el río hacia los bosques colina-
dos atravesando bosques riparios,
moretales y principalmente llanuras de
tierra firme. Cada transecto fue reco-
rrido por dos personas (un cazador
conocedor del área y un encargado del
registro de datos) a partir de las 6:00 a
una velocidad media de 1,5 Km / h. Se
registraron datos de localización geo-
gráfica de inicio y fin del transecto, la
vegetación predominante, los usos hu-
manos actuales del sitio, aspectos cli-
máticos del día y el número y especie
de los animales observados directa-
mente o de sus rastros o signos indi-
rectos dejados, con énfasis en ungula-
dos: huellas, excrementos, dormideros
o bañaderos frescos.
Para caracterizar los usos de
los ungulados locales, a partir de los
registros diarios de campo de los tran-
sectos inventariados, se elaboró una
lista corta de las especies registradas.
Luego, con la participación de un
grupo focal de trabajo constituido por
varios cazadores quichua (n=12) se
registraron todos los posibles usos de
cada especie que los miembros del
grupo focal citaban. En talleres orga-
nizados con cada una de las comuni-
dades se confirmaba y ampliaba la
información sobre los diferentes usos
reportados de los mamíferos locales.
Para documentar las preferen-
cias de caza durante el verano en la
zona se solicitó la participación vo-
luntaria de los cazadores de las comu-
nidades quichua de diferentes rangos
de edad para levantar un registro
temporal mensual de sus actividades
cinegéticas (Rubio et al.,2000). Se
aplicó una encuesta considerando una
muestra del 30% del número total de
familias existentes en el área. Los
datos tomados en el registro mensual
de eventos de caza fueron los siguien-
tes: especie de animal cazado, horario,
instrumento, procedimiento, lugar de
caza así como el número de animales
muertos en cada cacería efectuada
durante septiembre del 2009 por cada
cazador encuestado. Toda la informa-
ción de la encuesta fue categorizada y
codificada, para luego ser agrupada en
un modelo de banco simple de datos
conforme recomiendan Fernandes-
Pinto y Krüger (2000).
Adicionalmente se utilizaron
como metodologías complementarias
de esta investigación etnozoológica a
la observación participante, excursio-
nes guiadas y la documentación de
historias orales (Rodrigues, 2009).
Al final de la fase de campo, se
organizaron talleres en cada comuni-
dad con la participación de las fami-
lias quichua para identificar participa-
tivamente alternativas para la conser-
vación de los mamíferos locales.
Resultados
En el Territorio del Pueblo
Ancestral Quichua de Curaray desde
el seis de octubre al 17 de noviembre
del 2009 fueron recorridos 195 km de
transectos, aprovechando las sendas
abiertas por los cazadores locales, con
el propósito de registrar mamíferos
ungulados de caza.
En total fueron recorridos 30
km de bosques riparios, 10 km de bos-
ques de palmas de morete Mauritia
flexuosa L.f., 90 km de bosque de
llanura de tierra firme y 65 km de bos-
que de colina de tierra firme en nueve
localidades elegidas en consenso por
las familias quichua.
Se registraron cuatro especies
de mamíferos ungulados de caza: el
tapir amazónico o sacha huagra Tapi-
rus terrestris L., el pecarí de labios
blancos o huangana Tayassu pecari
Link, el pecarí de collar o lumucuchi
Pecari tajacu L. y el venado rojo o ta-
ruga Mazama americana Erxleben. El
tapir y el pecarí de collar fueron los
ungulados más frecuentemente regis-
trados durante el estudio. Para Tapirus
terrestris, de 25 registros realizados ú-
nicamente uno fue por observación
directa de un ejemplar adulto mientras
que los restantes 24 registros indirec-
tos usualmente fueron huellas frescas
de individuos adultos, jóvenes o de un
adulto con cría en sitios relativamente
cercanos a esteros y pantanales. Para
Pecari tajacu se logró un registro di-
recto y 21 registros indirectos (hue-
llas, hozados, raspados, olor y excre-
mentos frescos). Para Tayassu pecari
solamente se hicieron 14 registros in-
directos consistentes en huellas fres-
cas de manadas, hozados y un dormi-
dero usado en la noche anterior. Mien-
tras que para Mazama americana se
realizó un registro directo de un ani-
mal adulto observado y cuatro regis-
tros indirectos consistentes en huellas
frescas de adultos o de un adulto con
su cría.
Los usos registrados para sa-
cha huagra T. terrestris desde el cono-
cimiento quichua incluyeron las cate-
gorías de alimento, medicina, artesa-
nal, ritual y como animal de compa-
ñía. Su carne sirve como alimento a
las familias. La ingesta del polvo de
sus uñas diluido en agua tibia alivia
problemas cardíacos. El cuero es usa-
do como forro para tambores. El azote
con los genitales y pene de un tapir
recién cazado a los niños les transfiere
el poder de buenos caminantes y
corredores.
Además se capturan ocasional-
mente crías de tapir que se mantienen
como mascotas en las comunidades hasta
su adultez y luego retornan a la selva.
Los pecaríes Tayassu pecari y
Pecari tajacu registraron usos inclui-
dos en las categorías de alimento,
artesanía, ritual y como animales de
compañía. La carne de ambas especies
es muy apetecida dentro de la culina-
ria quichua. Con sus cueros se forran
tambores y de sus colmillos se tallan
colgantes para collares. Del pecari de
collar específicamente se usa una
porción del fémur de su pata trasera
derecha para confeccionar las boqui-
llas de las cerbatanas. Los pecaríes
también registraron un uso ritual simi-
lar al del tapir, al emplearse sus órga-
nos genitales para azotar a los niños
como una forma de transferencia del
poder de buenos caminantes y corre-
dores. Así mismo, si eventualmente se
capturan crías pequeñas durante las
cacerías, estas son criadas como mas-
cotas hasta su adultez en las viviendas
quichua.
La taruga Mazama americana
y el ushpitu M. nemorivaga Cuvier
registraron categorías de uso como
alimento, etnomedicina y ritual. Am-
bas especies se cazan muy eventual-
mente por su carne que es poco apete-
cida por su alto contenido de grasa.
Desde la etnomedicina quichua se
ingiere el polvo de sus cuernos con
agua aromática como acelerante del
parto en una mujer ges- tante. Estas
dos especies de venados locales tam-
bién registraron el mismo uso ritual
reportado para los pecaríes.
La evaluación preliminar rea-
lizada acerca de las preferencias cine-
géticas de los cazadores quichua sobre
los mamíferos locales durante la épo-
ca de verano se sustentó en la encuesta
a 35 cazadores cuyo rango de edad
fluctuó entre 18 y 85 años. Las
encuestas aplicadas permitieron esta-
blecer que un total de 207 mamíferos
de 18 especies fueron abatidos duran-
te el mes de septiembre del 2009
dentro del Territorio Quichua del
Curaray, de los cuales un total de 57
individuos cazados (27,53%) pertene-
cieron a cinco especies de ungulados
(27,7%). Todas las especies de mamí-
feros y el número de individuos caza-
dos por especie ordenados de mayor a
menor frecuencia de caza se presentan
en la Tabla 1.
Jácome et al 177
Para determinar la riqueza de
especies de mamíferos ungulados de
caza se realizaron censos utilizando el
método de transectos lineales (Marsh,
2004; Aquino, 2005; Aquino et al.,
2007; Sánchez y Vásquez, 2007).
Este método ha sido usado en
otros estudios faunísticos al interior
del Territorio Quichua de Pastaza por
ajustarse más adecuadamente a la
dinámica natural de los cazadores
quichua (Vacacela et al., 2005). Al
interior del territorio quichua de Cura-
ray se realizaron 38 transectos de 5
km de distancia cada uno entre octu-
bre y noviembre del 2009, sobre los
sacha purina ñambi (senderos o picas
de caza) de uso habitual de los caza-
dores locales. Todos los transectos se
iniciaron generalmente a orillas del río
principal (Curaray o Villano) y de ahí
partieron en dirección perpendicular
desde el río hacia los bosques colina-
dos atravesando bosques riparios,
moretales y principalmente llanuras de
tierra firme. Cada transecto fue reco-
rrido por dos personas (un cazador
conocedor del área y un encargado del
registro de datos) a partir de las 6:00 a
una velocidad media de 1,5 Km / h. Se
registraron datos de localización geo-
gráfica de inicio y fin del transecto, la
vegetación predominante, los usos hu-
manos actuales del sitio, aspectos cli-
máticos del día y el número y especie
de los animales observados directa-
mente o de sus rastros o signos indi-
rectos dejados, con énfasis en ungula-
dos: huellas, excrementos, dormideros
o bañaderos frescos.
Para caracterizar los usos de
los ungulados locales, a partir de los
registros diarios de campo de los tran-
sectos inventariados, se elaboró una
lista corta de las especies registradas.
Luego, con la participación de un
grupo focal de trabajo constituido por
varios cazadores quichua (n=12) se
registraron todos los posibles usos de
cada especie que los miembros del
grupo focal citaban. En talleres orga-
nizados con cada una de las comuni-
dades se confirmaba y ampliaba la
información sobre los diferentes usos
reportados de los mamíferos locales.
Para documentar las preferen-
cias de caza durante el verano en la
zona se solicitó la participación vo-
luntaria de los cazadores de las comu-
nidades quichua de diferentes rangos
de edad para levantar un registro
temporal mensual de sus actividades
cinegéticas (Rubio et al.,2000). Se
aplicó una encuesta considerando una
muestra del 30% del número total de
familias existentes en el área. Los
datos tomados en el registro mensual
de eventos de caza fueron los siguien-
tes: especie de animal cazado, horario,
instrumento, procedimiento, lugar de
caza así como el número de animales
muertos en cada cacería efectuada
durante septiembre del 2009 por cada
cazador encuestado. Toda la informa-
ción de la encuesta fue categorizada y
codificada, para luego ser agrupada en
un modelo de banco simple de datos
conforme recomiendan Fernandes-
Pinto y Krüger (2000).
Adicionalmente se utilizaron
como metodologías complementarias
de esta investigación etnozoológica a
la observación participante, excursio-
nes guiadas y la documentación de
historias orales (Rodrigues, 2009).
Al final de la fase de campo, se
organizaron talleres en cada comuni-
dad con la participación de las fami-
lias quichua para identificar participa-
tivamente alternativas para la conser-
vación de los mamíferos locales.
Resultados
En el Territorio del Pueblo
Ancestral Quichua de Curaray desde
el seis de octubre al 17 de noviembre
del 2009 fueron recorridos 195 km de
transectos, aprovechando las sendas
abiertas por los cazadores locales, con
el propósito de registrar mamíferos
ungulados de caza.
En total fueron recorridos 30
km de bosques riparios, 10 km de bos-
ques de palmas de morete Mauritia
flexuosa L.f., 90 km de bosque de
llanura de tierra firme y 65 km de bos-
que de colina de tierra firme en nueve
localidades elegidas en consenso por
las familias quichua.
Se registraron cuatro especies
de mamíferos ungulados de caza: el
tapir amazónico o sacha huagra Tapi-
rus terrestris L., el pecarí de labios
blancos o huangana Tayassu pecari
Link, el pecarí de collar o lumucuchi
Pecari tajacu L. y el venado rojo o ta-
ruga Mazama americana Erxleben. El
tapir y el pecarí de collar fueron los
ungulados más frecuentemente regis-
trados durante el estudio. Para Tapirus
terrestris, de 25 registros realizados ú-
nicamente uno fue por observación
directa de un ejemplar adulto mientras
que los restantes 24 registros indirec-
tos usualmente fueron huellas frescas
de individuos adultos, jóvenes o de un
adulto con cría en sitios relativamente
cercanos a esteros y pantanales. Para
Pecari tajacu se logró un registro di-
recto y 21 registros indirectos (hue-
llas, hozados, raspados, olor y excre-
mentos frescos). Para Tayassu pecari
solamente se hicieron 14 registros in-
directos consistentes en huellas fres-
cas de manadas, hozados y un dormi-
dero usado en la noche anterior. Mien-
tras que para Mazama americana se
realizó un registro directo de un ani-
mal adulto observado y cuatro regis-
tros indirectos consistentes en huellas
frescas de adultos o de un adulto con
su cría.
Los usos registrados para sa-
cha huagra T. terrestris desde el cono-
cimiento quichua incluyeron las cate-
gorías de alimento, medicina, artesa-
nal, ritual y como animal de compa-
ñía. Su carne sirve como alimento a
las familias. La ingesta del polvo de
sus uñas diluido en agua tibia alivia
problemas cardíacos. El cuero es usa-
do como forro para tambores. El azote
con los genitales y pene de un tapir
recién cazado a los niños les transfiere
el poder de buenos caminantes y
corredores.
Además se capturan ocasional-
mente crías de tapir que se mantienen
como mascotas en las comunidades hasta
su adultez y luego retornan a la selva.
Los pecaríes Tayassu pecari y
Pecari tajacu registraron usos inclui-
dos en las categorías de alimento,
artesanía, ritual y como animales de
compañía. La carne de ambas especies
es muy apetecida dentro de la culina-
ria quichua. Con sus cueros se forran
tambores y de sus colmillos se tallan
colgantes para collares. Del pecari de
collar específicamente se usa una
porción del fémur de su pata trasera
derecha para confeccionar las boqui-
llas de las cerbatanas. Los pecaríes
también registraron un uso ritual simi-
lar al del tapir, al emplearse sus órga-
nos genitales para azotar a los niños
como una forma de transferencia del
poder de buenos caminantes y corre-
dores. Así mismo, si eventualmente se
capturan crías pequeñas durante las
cacerías, estas son criadas como mas-
cotas hasta su adultez en las viviendas
quichua.
La taruga Mazama americana
y el ushpitu M. nemorivaga Cuvier
registraron categorías de uso como
alimento, etnomedicina y ritual. Am-
bas especies se cazan muy eventual-
mente por su carne que es poco apete-
cida por su alto contenido de grasa.
Desde la etnomedicina quichua se
ingiere el polvo de sus cuernos con
agua aromática como acelerante del
parto en una mujer ges- tante. Estas
dos especies de venados locales tam-
bién registraron el mismo uso ritual
reportado para los pecaríes.
La evaluación preliminar rea-
lizada acerca de las preferencias cine-
géticas de los cazadores quichua sobre
los mamíferos locales durante la épo-
ca de verano se sustentó en la encuesta
a 35 cazadores cuyo rango de edad
fluctuó entre 18 y 85 años. Las
encuestas aplicadas permitieron esta-
blecer que un total de 207 mamíferos
de 18 especies fueron abatidos duran-
te el mes de septiembre del 2009
dentro del Territorio Quichua del
Curaray, de los cuales un total de 57
individuos cazados (27,53%) pertene-
cieron a cinco especies de ungulados
(27,7%). Todas las especies de mamí-
feros y el número de individuos caza-
dos por especie ordenados de mayor a
menor frecuencia de caza se presentan
en la Tabla 1.
Etnozoología quichua para la conservación de los mamíferos ungulados 178
Para determinar la riqueza de
especies de mamíferos ungulados de
caza se realizaron censos utilizando el
método de transectos lineales (Marsh,
2004; Aquino, 2005; Aquino et al.,
2007; Sánchez y Vásquez, 2007).
Este método ha sido usado en
otros estudios faunísticos al interior
del Territorio Quichua de Pastaza por
ajustarse más adecuadamente a la
dinámica natural de los cazadores
quichua (Vacacela et al., 2005). Al
interior del territorio quichua de Cura-
ray se realizaron 38 transectos de 5
km de distancia cada uno entre octu-
bre y noviembre del 2009, sobre los
sacha purina ñambi (senderos o picas
de caza) de uso habitual de los caza-
dores locales. Todos los transectos se
iniciaron generalmente a orillas del río
principal (Curaray o Villano) y de ahí
partieron en dirección perpendicular
desde el río hacia los bosques colina-
dos atravesando bosques riparios,
moretales y principalmente llanuras de
tierra firme. Cada transecto fue reco-
rrido por dos personas (un cazador
conocedor del área y un encargado del
registro de datos) a partir de las 6:00 a
una velocidad media de 1,5 Km / h. Se
registraron datos de localización geo-
gráfica de inicio y fin del transecto, la
vegetación predominante, los usos hu-
manos actuales del sitio, aspectos cli-
máticos del día y el número y especie
de los animales observados directa-
mente o de sus rastros o signos indi-
rectos dejados, con énfasis en ungula-
dos: huellas, excrementos, dormideros
o bañaderos frescos.
Para caracterizar los usos de
los ungulados locales, a partir de los
registros diarios de campo de los tran-
sectos inventariados, se elaboró una
lista corta de las especies registradas.
Luego, con la participación de un
grupo focal de trabajo constituido por
varios cazadores quichua (n=12) se
registraron todos los posibles usos de
cada especie que los miembros del
grupo focal citaban. En talleres orga-
nizados con cada una de las comuni-
dades se confirmaba y ampliaba la
información sobre los diferentes usos
reportados de los mamíferos locales.
Para documentar las preferen-
cias de caza durante el verano en la
zona se solicitó la participación vo-
luntaria de los cazadores de las comu-
nidades quichua de diferentes rangos
de edad para levantar un registro
temporal mensual de sus actividades
cinegéticas (Rubio et al.,2000). Se
aplicó una encuesta considerando una
muestra del 30% del número total de
familias existentes en el área. Los
datos tomados en el registro mensual
de eventos de caza fueron los siguien-
tes: especie de animal cazado, horario,
instrumento, procedimiento, lugar de
caza así como el número de animales
muertos en cada cacería efectuada
durante septiembre del 2009 por cada
cazador encuestado. Toda la informa-
ción de la encuesta fue categorizada y
codificada, para luego ser agrupada en
un modelo de banco simple de datos
conforme recomiendan Fernandes-
Pinto y Krüger (2000).
Adicionalmente se utilizaron
como metodologías complementarias
de esta investigación etnozoológica a
la observación participante, excursio-
nes guiadas y la documentación de
historias orales (Rodrigues, 2009).
Al final de la fase de campo, se
organizaron talleres en cada comuni-
dad con la participación de las fami-
lias quichua para identificar participa-
tivamente alternativas para la conser-
vación de los mamíferos locales.
Resultados
En el Territorio del Pueblo
Ancestral Quichua de Curaray desde
el seis de octubre al 17 de noviembre
del 2009 fueron recorridos 195 km de
transectos, aprovechando las sendas
abiertas por los cazadores locales, con
el propósito de registrar mamíferos
ungulados de caza.
En total fueron recorridos 30
km de bosques riparios, 10 km de bos-
ques de palmas de morete Mauritia
flexuosa L.f., 90 km de bosque de
llanura de tierra firme y 65 km de bos-
que de colina de tierra firme en nueve
localidades elegidas en consenso por
las familias quichua.
Se registraron cuatro especies
de mamíferos ungulados de caza: el
tapir amazónico o sacha huagra Tapi-
rus terrestris L., el pecarí de labios
blancos o huangana Tayassu pecari
Link, el pecarí de collar o lumucuchi
Pecari tajacu L. y el venado rojo o ta-
ruga Mazama americana Erxleben. El
tapir y el pecarí de collar fueron los
ungulados más frecuentemente regis-
trados durante el estudio. Para Tapirus
terrestris, de 25 registros realizados ú-
nicamente uno fue por observación
directa de un ejemplar adulto mientras
que los restantes 24 registros indirec-
tos usualmente fueron huellas frescas
de individuos adultos, jóvenes o de un
adulto con cría en sitios relativamente
cercanos a esteros y pantanales. Para
Pecari tajacu se logró un registro di-
recto y 21 registros indirectos (hue-
llas, hozados, raspados, olor y excre-
mentos frescos). Para Tayassu pecari
solamente se hicieron 14 registros in-
directos consistentes en huellas fres-
cas de manadas, hozados y un dormi-
dero usado en la noche anterior. Mien-
tras que para Mazama americana se
realizó un registro directo de un ani-
mal adulto observado y cuatro regis-
tros indirectos consistentes en huellas
frescas de adultos o de un adulto con
su cría.
Los usos registrados para sa-
cha huagra T. terrestris desde el cono-
cimiento quichua incluyeron las cate-
gorías de alimento, medicina, artesa-
nal, ritual y como animal de compa-
ñía. Su carne sirve como alimento a
las familias. La ingesta del polvo de
sus uñas diluido en agua tibia alivia
problemas cardíacos. El cuero es usa-
do como forro para tambores. El azote
con los genitales y pene de un tapir
recién cazado a los niños les transfiere
el poder de buenos caminantes y
corredores.
Además se capturan ocasional-
mente crías de tapir que se mantienen
como mascotas en las comunidades hasta
su adultez y luego retornan a la selva.
Los pecaríes Tayassu pecari y
Pecari tajacu registraron usos inclui-
dos en las categorías de alimento,
artesanía, ritual y como animales de
compañía. La carne de ambas especies
es muy apetecida dentro de la culina-
ria quichua. Con sus cueros se forran
tambores y de sus colmillos se tallan
colgantes para collares. Del pecari de
collar específicamente se usa una
porción del fémur de su pata trasera
derecha para confeccionar las boqui-
llas de las cerbatanas. Los pecaríes
también registraron un uso ritual simi-
lar al del tapir, al emplearse sus órga-
nos genitales para azotar a los niños
como una forma de transferencia del
poder de buenos caminantes y corre-
dores. Así mismo, si eventualmente se
capturan crías pequeñas durante las
cacerías, estas son criadas como mas-
cotas hasta su adultez en las viviendas
quichua.
La taruga Mazama americana
y el ushpitu M. nemorivaga Cuvier
registraron categorías de uso como
alimento, etnomedicina y ritual. Am-
bas especies se cazan muy eventual-
mente por su carne que es poco apete-
cida por su alto contenido de grasa.
Desde la etnomedicina quichua se
ingiere el polvo de sus cuernos con
agua aromática como acelerante del
parto en una mujer ges- tante. Estas
dos especies de venados locales tam-
bién registraron el mismo uso ritual
reportado para los pecaríes.
La evaluación preliminar rea-
lizada acerca de las preferencias cine-
géticas de los cazadores quichua sobre
los mamíferos locales durante la épo-
ca de verano se sustentó en la encuesta
a 35 cazadores cuyo rango de edad
fluctuó entre 18 y 85 años. Las
encuestas aplicadas permitieron esta-
blecer que un total de 207 mamíferos
de 18 especies fueron abatidos duran-
te el mes de septiembre del 2009
dentro del Territorio Quichua del
Curaray, de los cuales un total de 57
individuos cazados (27,53%) pertene-
cieron a cinco especies de ungulados
(27,7%). Todas las especies de mamí-
feros y el número de individuos caza-
dos por especie ordenados de mayor a
menor frecuencia de caza se presentan
en la Tabla 1.
Tabla 1. Nómina de especies de mamíferos y frecuencia de individuos cazados en
septiembre del 2009 en el Territorio quichua del Curaray.
N.-
NOMBRE
QUICHUA
TAXONOMIA FAMILIA
No.
Animales
cazados
Peso de un animal
adulto en Kg. (según
Emmons, 1990)
Biomasa
total cazada
(Kg.)
1 Cushillu Lagothrix poeppigii Cebidae 40 10 400
2 Punllana Dasyprocta fuliginosa Dasyproctidae 35 3.5 122.5
3 Huangana Tayassu pecari Tayassuidae 28 40 1120
Jácome et al
179
N.-
NOMBRE
QUICHUA
TAXONOMIA FAMILIA
No.
Animales
cazados
adulto en Kg. (según
Biomasa
total cazada
(Kg.)
4 Lumucha Cuniculus paca Agoutidae 27 13 351
5 Lumucuchi Pecari tajacu Tayassuidae 15 30 450
6 Chanlla Myoprocta acouchy Dasyproctidae 13 1.2 15.6
7 Chichicu Saginus fuscicollis Callitrichidae 10 0.4 4
8 Ruyac Machin Cebus albifrons Cebidae 7 3.6 25.2
9 Ardilla Sciurus sp. Sciuridae 7 0.9 6.3
10 Taruga Mazama americana Cervidae 6 48 288
11 Cutu Alouatta seniculus Cebidae 4 11.1 44.4
12 Huagra Tapirus terrestris Tapiridae 4 250 1000
13 Ushpitu Mazama nemorivaga Cervidae 4 18 72
14 Chuba Ateles belzebuth Cebidae 3 10.4 31.2
15 Sipuru Pithecia monachus Cebidae 1 2.5 2.5
16 Sungu Sungu Callicebus cupreus Cebidae 1 1.5 1.5
17 Barisa Saimiri sciureus Cebidae 1 1.4 1.4
18 Cuicha Potos flavus Procyonidae 1 3.2 3.2
Total =
207
Total en Kg =
3938.8
1
En cuanto a la frecuencia de
individuos cazados de mamíferos du-
rante un típico mes de verano en el
área de estudio podemos apreciar que
los roedores y primates aportan con el
39,61% y 32,36% del total de indivi-
duos cazados en el mes respectiva-
mente, quedando los ungulados (Ar-
tiodactyla y Perissodactyla) en un
tercer lugar con una contribución de un
27,53% del total de animales cazados
y que la contribución de los carnívo-
ros como fauna de importancia cine-
gética es mínima en la zona en esta
época (Figura 2). Los cazadores men-
cionaron que en los meses de verano
los monos, roedores y especialmente
los ungulados se concentran en los
bosques de moretales por la fructifica-
ción masiva de la palma de muriti
Mauritia flexuosa y la sequedad de
suelo de estos pantanales que los hace
más accesibles para la fauna como
sitios de alimentación y para los caza-
dores como territorios de caza.
Figura 2. Número total de individuos de mamíferos por órdenes cazados durante
septiembre del 2009 en Curaray.
Desde la percepción de los
cazadores encuestados, la riqueza y
abundancia de los ungulados de caza
en la época actual ha decrecido sus-
tancialmente en comparación a la
década pasada especialmente en los
bosques ubicados en los alrededores
de los asentamientos humanos más
poblados y más antiguos (Jaime Rol-
dós, Shigua Cocha y San José de
Curaray). Los encuestados menciona-
ron que para que para cazar ungulados
se debe hacer una jornada de al menos
un día de camino a pie hacia sitios
remotos ubicados lejos de los pobla-
dos.
Las causas principales de la
reducción de la población de ungula-
dos en el territorio, de acuerdo a los
cazadores quichua, fueron las siguien-
tes: el uso masificado de escopetas y
perros de caza, la apertura de rutas
fluviales que facilitan la extracción y
comercio de carne de vida silvestre
hacia las ciudades de Puyo y Tena, el
aumento del consumo de carne de la
fauna local en festividades y progra-
mas organizados por las escuelas y las
familias que antes no eran celebrados
masivamente, la pérdida del respeto
ancestral a los saladeros o cachiguna
como sitios de alta concentración de
ungulados y como lugares donde ha-
bitan los espíritus protectores de la
fauna además de la permanente incur-
sión de cazadores de los pueblos
Huaorani y Záparo al Territorio Qui-
chua del Curaray.
Ante estos problemas identifi-
cados, los cazadores y familias qui-
chua del Curaray propusieron las si-
guientes estrategias para el manejo y
conservación de los ungulados locales
en los talleres realizados al finalizar la
fase de campo. Se planteó formular
una propuesta de zonificación del
territorio inter-comunitario que con-
tenga tres zonas de manejo, una zona
de de mirachina pamba (zona de recu-
peración) en los alrededores de los
asentamientos humanos para recupe-
rar ciertas especies de fauna de caza
que han sido cosechadas más intensa-
mente desde la creación de los asenta-
mientos humanos más antiguos, otra
zona de purina sacha (zona de caza
regulada) con normas de cosecha de la
fauna de caza discutidas y aprobadas
en asamblea y una zona de causac
sacha (zona estricta de conservación)
que cubra al menos un 50% del terri-
torio inter-comunitario en donde que-
daría prohibida cualquier actividad de
caza sobre los ungulados locales.
Además se propusieron en
consenso la implementación de las
siguientes normas a favor de la
conservación de los ungulados: esta-
blecer una veda temporal de cinco
años (2010-2015) para la sacha hua-
gra T. terrestris por ser una especie
muy sensible a la extinción por la ca-
za, aplicar cuotas de cosecha para los
pecaríes por cada expedición de caza
limitando su caza a dos individuos de
huangana T. pecari y uno de lumucu-
chi P. tajacu, suspender totalmente la
caza dentro de los saladeros de todo el
territorio por ser espacios sagrados
desde la cosmovisión quichua y sitios
claves para la concentración de los
ungulados, celebrar la fiesta ancestral
de fundación cada dos años y suspen-
der el consumo de carne de fauna
silvestre en los demás programas y
fiestas familiares y escolares de
origen no ancestral.
Por último también fue plan-
teada la necesidad de iniciar activida-
des de piscicultura familiar con peces
de la zona con la participación de al
menos un 30% de las familias qui-
chuas para contar en el mediano plazo
con una fuente alternativa de proteína
animal y disminuir la dependencia ac-
tual hacia la fauna silvestre.
Discusión
Diversos estudios reportan
que las grandes especies de caza son
las primeras en desaparecer, dejando
detrás solamente las especies más re-
sistentes, pequeñas o cazadas en me-
nor grado (Nasi et al., 2008). En los
bosques amazónicos, ungulados tales
como el tapir, los pecaríes y venados
por su mayor tamaño tradicionalmen-
te son catalogados como especies de
alta importancia cinegética y de gran
valor para la subsistencia familiar y el
comercio regional por lo que siempre
sufren una mayor presión de caza con
el consiguiente declive acelerado de
sus poblaciones (Tejada et al., 2006,
Aquino et al., 2007, Sánchez y Vás-
quez, 2007). El presente estudio reali-
zado en el Territorio quichua de Cura-
ray con la participación directa de los
cazadores locales permitió visibilizar
que las poblaciones de ungulados
locales están en un proceso alarmante
de declive por la cacería, lo cual es ya
motivo de preocupación para las fami-
lias quichua por los efectos que pueda
tener en términos de su soberanía ali-
mentaria y de su propio Sumac Allpa
(territorio y biodiversidad en plenitud,
desde la visión quichua de vida). En
otros pueblos indígenas amazónicos
del Ecuador las causas de la reducción
de los ungulados de caza son muy si-
milares a las encontradas en el presen-
te trabajo (Siren et al., 2000). Estas
coincidencias sugieren la necesidad
de fomentar más el desarrollo de
investigaciones participativas sobre la
fauna y la caza en territorios indíge-
nas.
Desde diferentes enfoques
ahora se plantea urgentemente fortale-
cer la vinculación y participación
directa de las comunidades indígenas
en los programas de conservación de
la fauna silvestre incorporando aspec-
tos de su conocimiento, formas pro-
pias de organización local y regula-
ción ancestral del manejo de la biodi-
versidad (Costa-Neto, 2000; Guerra
et al., 2004). Es justamente en este
contexto, que las comunidades qui-
chuas de Curaray desde su propia vi-
sión y conocimientos proponen alter-
nativas para la recuperación y conser-
vación futura de los ungulados con la
creación de zonas, bajo distintos regí-
menes de manejo y conservación y
una normativa de caza sustentada en
conocimientos ancestrales de respeto
a la fauna y sus hábitats. Medidas tales
como crear áreas estrictamente prote-
gidas resultaron adecuadas para la
mantención de poblaciones fuente de
la fauna y para reposición de la vida
silvestre en áreas con caza en la Ama-
zonía peruana (Bodmer et al., 2000).
Así mismo, estrategias tendientes al
control comunal del acceso a ciertos
espacios como los saladeros contribu-
yeron en la conservación de la fauna
en Bolivia (Townsend, 2003).
En la actualidad varios estu-
dios demuestran coincidencias sustan-
ciales entre los resultados de la aplica-
ción de modelos analíticos tendientes
a analizar y proponer alternativas de
caza sostenible con los resultados
obtenidos a partir de las percepciones
y el conocimiento local de los cazado-
res sobre la situación de las especies
de importancia cinegética (Noss,
2000). Si esto es así, ¿qué estamos es-
perando para poner mayor atención al
conocimiento de los cazadores locales
como una herramienta para la genera-
ción de estrategias más concretas que
permitan recuperar y conservar la
fauna amazónica?
Conclusión
Para el Pueblo Quichua del
Curaray los ungulados son especies de
fauna de caza de importante valor por
sus usos, cuyas poblaciones están en
proceso de reducción dentro del terri-
torio inter-comunitario por el aumento
de la caza derivado de un mayor
acceso al mercado regional, la pérdida
de la cultura y el conocimiento ances-
tral quichua y la incursión de cazado-
res de pueblos vecinos al territorio
legalizado. Ante ello, las familias qui-
chuas en el ejercicio de sus derechos
colectivos, en un marco de equidad
respecto del conocimiento exógeno,
proponen alternativas viables para
recuperar y conservar a las especies de
mamíferos ungulados a mediano y
largo plazo como una estrategia para
vivir en Sumac Causai y recuperar el
Sumac Allpa.
Etnozoología quichua para la conservación de los mamíferos ungulados 180
En cuanto a la biomasa total de
captura para el mes de septiembre po-
demos observar que los Ungulados
aportan con un notable 74,38% del
total, seguidos de los primates con un
12,95% y los roedores con un 12,57%
de la biomasa extraída (Figura 3).
Desde la percepción de los
cazadores, en el verano se cazan prin-
cipalmente ungulados como la huan-
gana T. pecari puesto que son de más
fácil detección en los bosques ribere-
ños y moretales por ser de hábitos
diurnos, conforman tropas numerosas
y dejan sendas y olores claramente
identificables y detectables para el
cazador en solitario o con la ayuda de
sus perros.
Figura 3. Biomasa total en Kg. por órdenes de mamíferos cazados en septiembre del
2009 en Curaray.
Desde la percepción de los
cazadores encuestados, la riqueza y
abundancia de los ungulados de caza
en la época actual ha decrecido sus-
tancialmente en comparación a la
década pasada especialmente en los
bosques ubicados en los alrededores
de los asentamientos humanos más
poblados y más antiguos (Jaime Rol-
dós, Shigua Cocha y San José de
Curaray). Los encuestados menciona-
ron que para que para cazar ungulados
se debe hacer una jornada de al menos
un día de camino a pie hacia sitios
remotos ubicados lejos de los pobla-
dos.
Las causas principales de la
reducción de la población de ungula-
dos en el territorio, de acuerdo a los
cazadores quichua, fueron las siguien-
tes: el uso masificado de escopetas y
perros de caza, la apertura de rutas
fluviales que facilitan la extracción y
comercio de carne de vida silvestre
hacia las ciudades de Puyo y Tena, el
aumento del consumo de carne de la
fauna local en festividades y progra-
mas organizados por las escuelas y las
familias que antes no eran celebrados
masivamente, la pérdida del respeto
ancestral a los saladeros o cachiguna
como sitios de alta concentración de
ungulados y como lugares donde ha-
bitan los espíritus protectores de la
fauna además de la permanente incur-
sión de cazadores de los pueblos
Huaorani y Záparo al Territorio Qui-
chua del Curaray.
Ante estos problemas identifi-
cados, los cazadores y familias qui-
chua del Curaray propusieron las si-
guientes estrategias para el manejo y
conservación de los ungulados locales
en los talleres realizados al finalizar la
fase de campo. Se planteó formular
una propuesta de zonificación del
territorio inter-comunitario que con-
tenga tres zonas de manejo, una zona
de de mirachina pamba (zona de recu-
peración) en los alrededores de los
asentamientos humanos para recupe-
rar ciertas especies de fauna de caza
que han sido cosechadas más intensa-
mente desde la creación de los asenta-
mientos humanos más antiguos, otra
zona de purina sacha (zona de caza
regulada) con normas de cosecha de la
fauna de caza discutidas y aprobadas
en asamblea y una zona de causac
sacha (zona estricta de conservación)
que cubra al menos un 50% del terri-
torio inter-comunitario en donde que-
daría prohibida cualquier actividad de
caza sobre los ungulados locales.
Además se propusieron en
consenso la implementación de las
siguientes normas a favor de la
conservación de los ungulados: esta-
blecer una veda temporal de cinco
años (2010-2015) para la sacha hua-
gra T. terrestris por ser una especie
muy sensible a la extinción por la ca-
za, aplicar cuotas de cosecha para los
pecaríes por cada expedición de caza
limitando su caza a dos individuos de
huangana T. pecari y uno de lumucu-
chi P. tajacu, suspender totalmente la
caza dentro de los saladeros de todo el
territorio por ser espacios sagrados
desde la cosmovisión quichua y sitios
claves para la concentración de los
ungulados, celebrar la fiesta ancestral
de fundación cada dos años y suspen-
der el consumo de carne de fauna
silvestre en los demás programas y
fiestas familiares y escolares de
origen no ancestral.
Por último también fue plan-
teada la necesidad de iniciar activida-
des de piscicultura familiar con peces
de la zona con la participación de al
menos un 30% de las familias qui-
chuas para contar en el mediano plazo
con una fuente alternativa de proteína
animal y disminuir la dependencia ac-
tual hacia la fauna silvestre.
Discusión
Diversos estudios reportan
que las grandes especies de caza son
las primeras en desaparecer, dejando
detrás solamente las especies más re-
sistentes, pequeñas o cazadas en me-
nor grado (Nasi et al., 2008). En los
bosques amazónicos, ungulados tales
como el tapir, los pecaríes y venados
por su mayor tamaño tradicionalmen-
te son catalogados como especies de
alta importancia cinegética y de gran
valor para la subsistencia familiar y el
comercio regional por lo que siempre
sufren una mayor presión de caza con
el consiguiente declive acelerado de
sus poblaciones (Tejada et al., 2006,
Aquino et al., 2007, Sánchez y Vás-
quez, 2007). El presente estudio reali-
zado en el Territorio quichua de Cura-
ray con la participación directa de los
cazadores locales permitió visibilizar
que las poblaciones de ungulados
locales están en un proceso alarmante
de declive por la cacería, lo cual es ya
motivo de preocupación para las fami-
lias quichua por los efectos que pueda
tener en términos de su soberanía ali-
mentaria y de su propio Sumac Allpa
(territorio y biodiversidad en plenitud,
desde la visión quichua de vida). En
otros pueblos indígenas amazónicos
del Ecuador las causas de la reducción
de los ungulados de caza son muy si-
milares a las encontradas en el presen-
te trabajo (Siren et al., 2000). Estas
coincidencias sugieren la necesidad
de fomentar más el desarrollo de
investigaciones participativas sobre la
fauna y la caza en territorios indíge-
nas.
Desde diferentes enfoques
ahora se plantea urgentemente fortale-
cer la vinculación y participación
directa de las comunidades indígenas
en los programas de conservación de
la fauna silvestre incorporando aspec-
tos de su conocimiento, formas pro-
pias de organización local y regula-
ción ancestral del manejo de la biodi-
versidad (Costa-Neto, 2000; Guerra
et al., 2004). Es justamente en este
contexto, que las comunidades qui-
chuas de Curaray desde su propia vi-
sión y conocimientos proponen alter-
nativas para la recuperación y conser-
vación futura de los ungulados con la
creación de zonas, bajo distintos regí-
menes de manejo y conservación y
una normativa de caza sustentada en
conocimientos ancestrales de respeto
a la fauna y sus hábitats. Medidas tales
como crear áreas estrictamente prote-
gidas resultaron adecuadas para la
mantención de poblaciones fuente de
la fauna y para reposición de la vida
silvestre en áreas con caza en la Ama-
zonía peruana (Bodmer et al., 2000).
Así mismo, estrategias tendientes al
control comunal del acceso a ciertos
espacios como los saladeros contribu-
yeron en la conservación de la fauna
en Bolivia (Townsend, 2003).
En la actualidad varios estu-
dios demuestran coincidencias sustan-
ciales entre los resultados de la aplica-
ción de modelos analíticos tendientes
a analizar y proponer alternativas de
caza sostenible con los resultados
obtenidos a partir de las percepciones
y el conocimiento local de los cazado-
res sobre la situación de las especies
de importancia cinegética (Noss,
2000). Si esto es así, ¿qué estamos es-
perando para poner mayor atención al
conocimiento de los cazadores locales
como una herramienta para la genera-
ción de estrategias más concretas que
permitan recuperar y conservar la
fauna amazónica?
Conclusión
Para el Pueblo Quichua del
Curaray los ungulados son especies de
fauna de caza de importante valor por
sus usos, cuyas poblaciones están en
proceso de reducción dentro del terri-
torio inter-comunitario por el aumento
de la caza derivado de un mayor
acceso al mercado regional, la pérdida
de la cultura y el conocimiento ances-
tral quichua y la incursión de cazado-
res de pueblos vecinos al territorio
legalizado. Ante ello, las familias qui-
chuas en el ejercicio de sus derechos
colectivos, en un marco de equidad
respecto del conocimiento exógeno,
proponen alternativas viables para
recuperar y conservar a las especies de
mamíferos ungulados a mediano y
largo plazo como una estrategia para
vivir en Sumac Causai y recuperar el
Sumac Allpa.
Jácome et al 181
Desde la percepción de los
cazadores encuestados, la riqueza y
abundancia de los ungulados de caza
en la época actual ha decrecido sus-
tancialmente en comparación a la
década pasada especialmente en los
bosques ubicados en los alrededores
de los asentamientos humanos más
poblados y más antiguos (Jaime Rol-
dós, Shigua Cocha y San José de
Curaray). Los encuestados menciona-
ron que para que para cazar ungulados
se debe hacer una jornada de al menos
un día de camino a pie hacia sitios
remotos ubicados lejos de los pobla-
dos.
Las causas principales de la
reducción de la población de ungula-
dos en el territorio, de acuerdo a los
cazadores quichua, fueron las siguien-
tes: el uso masificado de escopetas y
perros de caza, la apertura de rutas
fluviales que facilitan la extracción y
comercio de carne de vida silvestre
hacia las ciudades de Puyo y Tena, el
aumento del consumo de carne de la
fauna local en festividades y progra-
mas organizados por las escuelas y las
familias que antes no eran celebrados
masivamente, la pérdida del respeto
ancestral a los saladeros o cachiguna
como sitios de alta concentración de
ungulados y como lugares donde ha-
bitan los espíritus protectores de la
fauna además de la permanente incur-
sión de cazadores de los pueblos
Huaorani y Záparo al Territorio Qui-
chua del Curaray.
Ante estos problemas identifi-
cados, los cazadores y familias qui-
chua del Curaray propusieron las si-
guientes estrategias para el manejo y
conservación de los ungulados locales
en los talleres realizados al finalizar la
fase de campo. Se planteó formular
una propuesta de zonificación del
territorio inter-comunitario que con-
tenga tres zonas de manejo, una zona
de de mirachina pamba (zona de recu-
peración) en los alrededores de los
asentamientos humanos para recupe-
rar ciertas especies de fauna de caza
que han sido cosechadas más intensa-
mente desde la creación de los asenta-
mientos humanos más antiguos, otra
zona de purina sacha (zona de caza
regulada) con normas de cosecha de la
fauna de caza discutidas y aprobadas
en asamblea y una zona de causac
sacha (zona estricta de conservación)
que cubra al menos un 50% del terri-
torio inter-comunitario en donde que-
daría prohibida cualquier actividad de
caza sobre los ungulados locales.
Además se propusieron en
consenso la implementación de las
siguientes normas a favor de la
conservación de los ungulados: esta-
blecer una veda temporal de cinco
años (2010-2015) para la sacha hua-
gra T. terrestris por ser una especie
muy sensible a la extinción por la ca-
za, aplicar cuotas de cosecha para los
pecaríes por cada expedición de caza
limitando su caza a dos individuos de
huangana T. pecari y uno de lumucu-
chi P. tajacu, suspender totalmente la
caza dentro de los saladeros de todo el
territorio por ser espacios sagrados
desde la cosmovisión quichua y sitios
claves para la concentración de los
ungulados, celebrar la fiesta ancestral
de fundación cada dos años y suspen-
der el consumo de carne de fauna
silvestre en los demás programas y
fiestas familiares y escolares de
origen no ancestral.
Por último también fue plan-
teada la necesidad de iniciar activida-
des de piscicultura familiar con peces
de la zona con la participación de al
menos un 30% de las familias qui-
chuas para contar en el mediano plazo
con una fuente alternativa de proteína
animal y disminuir la dependencia ac-
tual hacia la fauna silvestre.
Discusión
Diversos estudios reportan
que las grandes especies de caza son
las primeras en desaparecer, dejando
detrás solamente las especies más re-
sistentes, pequeñas o cazadas en me-
nor grado (Nasi et al., 2008). En los
bosques amazónicos, ungulados tales
como el tapir, los pecaríes y venados
por su mayor tamaño tradicionalmen-
te son catalogados como especies de
alta importancia cinegética y de gran
valor para la subsistencia familiar y el
comercio regional por lo que siempre
sufren una mayor presión de caza con
el consiguiente declive acelerado de
sus poblaciones (Tejada et al., 2006,
Aquino et al., 2007, Sánchez y Vás-
quez, 2007). El presente estudio reali-
zado en el Territorio quichua de Cura-
ray con la participación directa de los
cazadores locales permitió visibilizar
que las poblaciones de ungulados
locales están en un proceso alarmante
de declive por la cacería, lo cual es ya
motivo de preocupación para las fami-
lias quichua por los efectos que pueda
tener en términos de su soberanía ali-
mentaria y de su propio Sumac Allpa
(territorio y biodiversidad en plenitud,
desde la visión quichua de vida). En
otros pueblos indígenas amazónicos
del Ecuador las causas de la reducción
de los ungulados de caza son muy si-
milares a las encontradas en el presen-
te trabajo (Siren et al., 2000). Estas
coincidencias sugieren la necesidad
de fomentar más el desarrollo de
investigaciones participativas sobre la
fauna y la caza en territorios indíge-
nas.
Desde diferentes enfoques
ahora se plantea urgentemente fortale-
cer la vinculación y participación
directa de las comunidades indígenas
en los programas de conservación de
la fauna silvestre incorporando aspec-
tos de su conocimiento, formas pro-
pias de organización local y regula-
ción ancestral del manejo de la biodi-
versidad (Costa-Neto, 2000; Guerra
et al., 2004). Es justamente en este
contexto, que las comunidades qui-
chuas de Curaray desde su propia vi-
sión y conocimientos proponen alter-
nativas para la recuperación y conser-
vación futura de los ungulados con la
creación de zonas, bajo distintos regí-
menes de manejo y conservación y
una normativa de caza sustentada en
conocimientos ancestrales de respeto
a la fauna y sus hábitats. Medidas tales
como crear áreas estrictamente prote-
gidas resultaron adecuadas para la
mantención de poblaciones fuente de
la fauna y para reposición de la vida
silvestre en áreas con caza en la Ama-
zonía peruana (Bodmer et al., 2000).
Así mismo, estrategias tendientes al
control comunal del acceso a ciertos
espacios como los saladeros contribu-
yeron en la conservación de la fauna
en Bolivia (Townsend, 2003).
En la actualidad varios estu-
dios demuestran coincidencias sustan-
ciales entre los resultados de la aplica-
ción de modelos analíticos tendientes
a analizar y proponer alternativas de
caza sostenible con los resultados
obtenidos a partir de las percepciones
y el conocimiento local de los cazado-
res sobre la situación de las especies
de importancia cinegética (Noss,
2000). Si esto es así, ¿qué estamos es-
perando para poner mayor atención al
conocimiento de los cazadores locales
como una herramienta para la genera-
ción de estrategias más concretas que
permitan recuperar y conservar la
fauna amazónica?
Conclusión
Para el Pueblo Quichua del
Curaray los ungulados son especies de
fauna de caza de importante valor por
sus usos, cuyas poblaciones están en
proceso de reducción dentro del terri-
torio inter-comunitario por el aumento
de la caza derivado de un mayor
acceso al mercado regional, la pérdida
de la cultura y el conocimiento ances-
tral quichua y la incursión de cazado-
res de pueblos vecinos al territorio
legalizado. Ante ello, las familias qui-
chuas en el ejercicio de sus derechos
colectivos, en un marco de equidad
respecto del conocimiento exógeno,
proponen alternativas viables para
recuperar y conservar a las especies de
mamíferos ungulados a mediano y
largo plazo como una estrategia para
vivir en Sumac Causai y recuperar el
Sumac Allpa.
Etnozoología quichua para la conservación de los mamíferos ungulados 182
Desde la percepción de los
cazadores encuestados, la riqueza y
abundancia de los ungulados de caza
en la época actual ha decrecido sus-
tancialmente en comparación a la
década pasada especialmente en los
bosques ubicados en los alrededores
de los asentamientos humanos más
poblados y más antiguos (Jaime Rol-
dós, Shigua Cocha y San José de
Curaray). Los encuestados menciona-
ron que para que para cazar ungulados
se debe hacer una jornada de al menos
un día de camino a pie hacia sitios
remotos ubicados lejos de los pobla-
dos.
Las causas principales de la
reducción de la población de ungula-
dos en el territorio, de acuerdo a los
cazadores quichua, fueron las siguien-
tes: el uso masificado de escopetas y
perros de caza, la apertura de rutas
fluviales que facilitan la extracción y
comercio de carne de vida silvestre
hacia las ciudades de Puyo y Tena, el
aumento del consumo de carne de la
fauna local en festividades y progra-
mas organizados por las escuelas y las
familias que antes no eran celebrados
masivamente, la pérdida del respeto
ancestral a los saladeros o cachiguna
como sitios de alta concentración de
ungulados y como lugares donde ha-
bitan los espíritus protectores de la
fauna además de la permanente incur-
sión de cazadores de los pueblos
Huaorani y Záparo al Territorio Qui-
chua del Curaray.
Ante estos problemas identifi-
cados, los cazadores y familias qui-
chua del Curaray propusieron las si-
guientes estrategias para el manejo y
conservación de los ungulados locales
en los talleres realizados al finalizar la
fase de campo. Se planteó formular
una propuesta de zonificación del
territorio inter-comunitario que con-
tenga tres zonas de manejo, una zona
de de mirachina pamba (zona de recu-
peración) en los alrededores de los
asentamientos humanos para recupe-
rar ciertas especies de fauna de caza
que han sido cosechadas más intensa-
mente desde la creación de los asenta-
mientos humanos más antiguos, otra
zona de purina sacha (zona de caza
regulada) con normas de cosecha de la
fauna de caza discutidas y aprobadas
en asamblea y una zona de causac
sacha (zona estricta de conservación)
que cubra al menos un 50% del terri-
torio inter-comunitario en donde que-
daría prohibida cualquier actividad de
caza sobre los ungulados locales.
Además se propusieron en
consenso la implementación de las
siguientes normas a favor de la
conservación de los ungulados: esta-
blecer una veda temporal de cinco
años (2010-2015) para la sacha hua-
gra T. terrestris por ser una especie
muy sensible a la extinción por la ca-
za, aplicar cuotas de cosecha para los
pecaríes por cada expedición de caza
limitando su caza a dos individuos de
huangana T. pecari y uno de lumucu-
chi P. tajacu, suspender totalmente la
caza dentro de los saladeros de todo el
territorio por ser espacios sagrados
desde la cosmovisión quichua y sitios
claves para la concentración de los
ungulados, celebrar la fiesta ancestral
de fundación cada dos años y suspen-
der el consumo de carne de fauna
silvestre en los demás programas y
fiestas familiares y escolares de
origen no ancestral.
Por último también fue plan-
teada la necesidad de iniciar activida-
des de piscicultura familiar con peces
de la zona con la participación de al
menos un 30% de las familias qui-
chuas para contar en el mediano plazo
con una fuente alternativa de proteína
animal y disminuir la dependencia ac-
tual hacia la fauna silvestre.
Discusión
Diversos estudios reportan
que las grandes especies de caza son
las primeras en desaparecer, dejando
detrás solamente las especies más re-
sistentes, pequeñas o cazadas en me-
nor grado (Nasi et al., 2008). En los
bosques amazónicos, ungulados tales
como el tapir, los pecaríes y venados
por su mayor tamaño tradicionalmen-
te son catalogados como especies de
alta importancia cinegética y de gran
valor para la subsistencia familiar y el
comercio regional por lo que siempre
sufren una mayor presión de caza con
el consiguiente declive acelerado de
sus poblaciones (Tejada et al., 2006,
Aquino et al., 2007, Sánchez y Vás-
quez, 2007). El presente estudio reali-
zado en el Territorio quichua de Cura-
ray con la participación directa de los
cazadores locales permitió visibilizar
que las poblaciones de ungulados
locales están en un proceso alarmante
de declive por la cacería, lo cual es ya
motivo de preocupación para las fami-
lias quichua por los efectos que pueda
tener en términos de su soberanía ali-
mentaria y de su propio Sumac Allpa
(territorio y biodiversidad en plenitud,
desde la visión quichua de vida). En
otros pueblos indígenas amazónicos
del Ecuador las causas de la reducción
de los ungulados de caza son muy si-
milares a las encontradas en el presen-
te trabajo (Siren et al., 2000). Estas
coincidencias sugieren la necesidad
de fomentar más el desarrollo de
investigaciones participativas sobre la
fauna y la caza en territorios indíge-
nas.
Desde diferentes enfoques
ahora se plantea urgentemente fortale-
cer la vinculación y participación
directa de las comunidades indígenas
en los programas de conservación de
la fauna silvestre incorporando aspec-
tos de su conocimiento, formas pro-
pias de organización local y regula-
ción ancestral del manejo de la biodi-
versidad (Costa-Neto, 2000; Guerra
et al., 2004). Es justamente en este
contexto, que las comunidades qui-
chuas de Curaray desde su propia vi-
sión y conocimientos proponen alter-
nativas para la recuperación y conser-
vación futura de los ungulados con la
creación de zonas, bajo distintos regí-
menes de manejo y conservación y
una normativa de caza sustentada en
conocimientos ancestrales de respeto
a la fauna y sus hábitats. Medidas tales
como crear áreas estrictamente prote-
gidas resultaron adecuadas para la
mantención de poblaciones fuente de
la fauna y para reposición de la vida
silvestre en áreas con caza en la Ama-
zonía peruana (Bodmer et al., 2000).
Así mismo, estrategias tendientes al
control comunal del acceso a ciertos
espacios como los saladeros contribu-
yeron en la conservación de la fauna
en Bolivia (Townsend, 2003).
En la actualidad varios estu-
dios demuestran coincidencias sustan-
ciales entre los resultados de la aplica-
ción de modelos analíticos tendientes
a analizar y proponer alternativas de
caza sostenible con los resultados
obtenidos a partir de las percepciones
y el conocimiento local de los cazado-
res sobre la situación de las especies
de importancia cinegética (Noss,
2000). Si esto es así, ¿qué estamos es-
perando para poner mayor atención al
conocimiento de los cazadores locales
como una herramienta para la genera-
ción de estrategias más concretas que
permitan recuperar y conservar la
fauna amazónica?
Conclusión
Para el Pueblo Quichua del
Curaray los ungulados son especies de
fauna de caza de importante valor por
sus usos, cuyas poblaciones están en
proceso de reducción dentro del terri-
torio inter-comunitario por el aumento
de la caza derivado de un mayor
acceso al mercado regional, la pérdida
de la cultura y el conocimiento ances-
tral quichua y la incursión de cazado-
res de pueblos vecinos al territorio
legalizado. Ante ello, las familias qui-
chuas en el ejercicio de sus derechos
colectivos, en un marco de equidad
respecto del conocimiento exógeno,
proponen alternativas viables para
recuperar y conservar a las especies de
mamíferos ungulados a mediano y
largo plazo como una estrategia para
vivir en Sumac Causai y recuperar el
Sumac Allpa.
Jácome et al 183
Desde la percepción de los
cazadores encuestados, la riqueza y
abundancia de los ungulados de caza
en la época actual ha decrecido sus-
tancialmente en comparación a la
década pasada especialmente en los
bosques ubicados en los alrededores
de los asentamientos humanos más
poblados y más antiguos (Jaime Rol-
dós, Shigua Cocha y San José de
Curaray). Los encuestados menciona-
ron que para que para cazar ungulados
se debe hacer una jornada de al menos
un día de camino a pie hacia sitios
remotos ubicados lejos de los pobla-
dos.
Las causas principales de la
reducción de la población de ungula-
dos en el territorio, de acuerdo a los
cazadores quichua, fueron las siguien-
tes: el uso masificado de escopetas y
perros de caza, la apertura de rutas
fluviales que facilitan la extracción y
comercio de carne de vida silvestre
hacia las ciudades de Puyo y Tena, el
aumento del consumo de carne de la
fauna local en festividades y progra-
mas organizados por las escuelas y las
familias que antes no eran celebrados
masivamente, la pérdida del respeto
ancestral a los saladeros o cachiguna
como sitios de alta concentración de
ungulados y como lugares donde ha-
bitan los espíritus protectores de la
fauna además de la permanente incur-
sión de cazadores de los pueblos
Huaorani y Záparo al Territorio Qui-
chua del Curaray.
Ante estos problemas identifi-
cados, los cazadores y familias qui-
chua del Curaray propusieron las si-
guientes estrategias para el manejo y
conservación de los ungulados locales
en los talleres realizados al finalizar la
fase de campo. Se planteó formular
una propuesta de zonificación del
territorio inter-comunitario que con-
tenga tres zonas de manejo, una zona
de de mirachina pamba (zona de recu-
peración) en los alrededores de los
asentamientos humanos para recupe-
rar ciertas especies de fauna de caza
que han sido cosechadas más intensa-
mente desde la creación de los asenta-
mientos humanos más antiguos, otra
zona de purina sacha (zona de caza
regulada) con normas de cosecha de la
fauna de caza discutidas y aprobadas
en asamblea y una zona de causac
sacha (zona estricta de conservación)
que cubra al menos un 50% del terri-
torio inter-comunitario en donde que-
daría prohibida cualquier actividad de
caza sobre los ungulados locales.
Además se propusieron en
consenso la implementación de las
siguientes normas a favor de la
conservación de los ungulados: esta-
blecer una veda temporal de cinco
años (2010-2015) para la sacha hua-
gra T. terrestris por ser una especie
muy sensible a la extinción por la ca-
za, aplicar cuotas de cosecha para los
pecaríes por cada expedición de caza
limitando su caza a dos individuos de
huangana T. pecari y uno de lumucu-
chi P. tajacu, suspender totalmente la
caza dentro de los saladeros de todo el
territorio por ser espacios sagrados
desde la cosmovisión quichua y sitios
claves para la concentración de los
ungulados, celebrar la fiesta ancestral
de fundación cada dos años y suspen-
der el consumo de carne de fauna
silvestre en los demás programas y
fiestas familiares y escolares de
origen no ancestral.
Por último también fue plan-
teada la necesidad de iniciar activida-
des de piscicultura familiar con peces
de la zona con la participación de al
menos un 30% de las familias qui-
chuas para contar en el mediano plazo
con una fuente alternativa de proteína
animal y disminuir la dependencia ac-
tual hacia la fauna silvestre.
Discusión
Diversos estudios reportan
que las grandes especies de caza son
las primeras en desaparecer, dejando
detrás solamente las especies más re-
sistentes, pequeñas o cazadas en me-
nor grado (Nasi et al., 2008). En los
bosques amazónicos, ungulados tales
como el tapir, los pecaríes y venados
por su mayor tamaño tradicionalmen-
te son catalogados como especies de
alta importancia cinegética y de gran
valor para la subsistencia familiar y el
comercio regional por lo que siempre
sufren una mayor presión de caza con
el consiguiente declive acelerado de
sus poblaciones (Tejada et al., 2006,
Aquino et al., 2007, Sánchez y Vás-
quez, 2007). El presente estudio reali-
zado en el Territorio quichua de Cura-
ray con la participación directa de los
cazadores locales permitió visibilizar
que las poblaciones de ungulados
locales están en un proceso alarmante
de declive por la cacería, lo cual es ya
motivo de preocupación para las fami-
lias quichua por los efectos que pueda
tener en términos de su soberanía ali-
mentaria y de su propio Sumac Allpa
(territorio y biodiversidad en plenitud,
desde la visión quichua de vida). En
otros pueblos indígenas amazónicos
del Ecuador las causas de la reducción
de los ungulados de caza son muy si-
milares a las encontradas en el presen-
te trabajo (Siren et al., 2000). Estas
coincidencias sugieren la necesidad
de fomentar más el desarrollo de
investigaciones participativas sobre la
fauna y la caza en territorios indíge-
nas.
Desde diferentes enfoques
ahora se plantea urgentemente fortale-
cer la vinculación y participación
directa de las comunidades indígenas
en los programas de conservación de
la fauna silvestre incorporando aspec-
tos de su conocimiento, formas pro-
pias de organización local y regula-
ción ancestral del manejo de la biodi-
versidad (Costa-Neto, 2000; Guerra
et al., 2004). Es justamente en este
contexto, que las comunidades qui-
chuas de Curaray desde su propia vi-
sión y conocimientos proponen alter-
nativas para la recuperación y conser-
vación futura de los ungulados con la
creación de zonas, bajo distintos regí-
menes de manejo y conservación y
una normativa de caza sustentada en
conocimientos ancestrales de respeto
a la fauna y sus hábitats. Medidas tales
como crear áreas estrictamente prote-
gidas resultaron adecuadas para la
mantención de poblaciones fuente de
la fauna y para reposición de la vida
silvestre en áreas con caza en la Ama-
zonía peruana (Bodmer et al., 2000).
Así mismo, estrategias tendientes al
control comunal del acceso a ciertos
espacios como los saladeros contribu-
yeron en la conservación de la fauna
en Bolivia (Townsend, 2003).
En la actualidad varios estu-
dios demuestran coincidencias sustan-
ciales entre los resultados de la aplica-
ción de modelos analíticos tendientes
a analizar y proponer alternativas de
caza sostenible con los resultados
obtenidos a partir de las percepciones
y el conocimiento local de los cazado-
res sobre la situación de las especies
de importancia cinegética (Noss,
2000). Si esto es así, ¿qué estamos es-
perando para poner mayor atención al
conocimiento de los cazadores locales
como una herramienta para la genera-
ción de estrategias más concretas que
permitan recuperar y conservar la
fauna amazónica?
Conclusión
Para el Pueblo Quichua del
Curaray los ungulados son especies de
fauna de caza de importante valor por
sus usos, cuyas poblaciones están en
proceso de reducción dentro del terri-
torio inter-comunitario por el aumento
de la caza derivado de un mayor
acceso al mercado regional, la pérdida
de la cultura y el conocimiento ances-
tral quichua y la incursión de cazado-
res de pueblos vecinos al territorio
legalizado. Ante ello, las familias qui-
chuas en el ejercicio de sus derechos
colectivos, en un marco de equidad
respecto del conocimiento exógeno,
proponen alternativas viables para
recuperar y conservar a las especies de
mamíferos ungulados a mediano y
largo plazo como una estrategia para
vivir en Sumac Causai y recuperar el
Sumac Allpa.
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Etnozoología quichua para la conservación de los mamíferos ungulados 184
Desde la percepción de los
cazadores encuestados, la riqueza y
abundancia de los ungulados de caza
en la época actual ha decrecido sus-
tancialmente en comparación a la
década pasada especialmente en los
bosques ubicados en los alrededores
de los asentamientos humanos más
poblados y más antiguos (Jaime Rol-
dós, Shigua Cocha y San José de
Curaray). Los encuestados menciona-
ron que para que para cazar ungulados
se debe hacer una jornada de al menos
un día de camino a pie hacia sitios
remotos ubicados lejos de los pobla-
dos.
Las causas principales de la
reducción de la población de ungula-
dos en el territorio, de acuerdo a los
cazadores quichua, fueron las siguien-
tes: el uso masificado de escopetas y
perros de caza, la apertura de rutas
fluviales que facilitan la extracción y
comercio de carne de vida silvestre
hacia las ciudades de Puyo y Tena, el
aumento del consumo de carne de la
fauna local en festividades y progra-
mas organizados por las escuelas y las
familias que antes no eran celebrados
masivamente, la pérdida del respeto
ancestral a los saladeros o cachiguna
como sitios de alta concentración de
ungulados y como lugares donde ha-
bitan los espíritus protectores de la
fauna además de la permanente incur-
sión de cazadores de los pueblos
Huaorani y Záparo al Territorio Qui-
chua del Curaray.
Ante estos problemas identifi-
cados, los cazadores y familias qui-
chua del Curaray propusieron las si-
guientes estrategias para el manejo y
conservación de los ungulados locales
en los talleres realizados al finalizar la
fase de campo. Se planteó formular
una propuesta de zonificación del
territorio inter-comunitario que con-
tenga tres zonas de manejo, una zona
de de mirachina pamba (zona de recu-
peración) en los alrededores de los
asentamientos humanos para recupe-
rar ciertas especies de fauna de caza
que han sido cosechadas más intensa-
mente desde la creación de los asenta-
mientos humanos más antiguos, otra
zona de purina sacha (zona de caza
regulada) con normas de cosecha de la
fauna de caza discutidas y aprobadas
en asamblea y una zona de causac
sacha (zona estricta de conservación)
que cubra al menos un 50% del terri-
torio inter-comunitario en donde que-
daría prohibida cualquier actividad de
caza sobre los ungulados locales.
Además se propusieron en
consenso la implementación de las
siguientes normas a favor de la
conservación de los ungulados: esta-
blecer una veda temporal de cinco
años (2010-2015) para la sacha hua-
gra T. terrestris por ser una especie
muy sensible a la extinción por la ca-
za, aplicar cuotas de cosecha para los
pecaríes por cada expedición de caza
limitando su caza a dos individuos de
huangana T. pecari y uno de lumucu-
chi P. tajacu, suspender totalmente la
caza dentro de los saladeros de todo el
territorio por ser espacios sagrados
desde la cosmovisión quichua y sitios
claves para la concentración de los
ungulados, celebrar la fiesta ancestral
de fundación cada dos años y suspen-
der el consumo de carne de fauna
silvestre en los demás programas y
fiestas familiares y escolares de
origen no ancestral.
Por último también fue plan-
teada la necesidad de iniciar activida-
des de piscicultura familiar con peces
de la zona con la participación de al
menos un 30% de las familias qui-
chuas para contar en el mediano plazo
con una fuente alternativa de proteína
animal y disminuir la dependencia ac-
tual hacia la fauna silvestre.
Discusión
Diversos estudios reportan
que las grandes especies de caza son
las primeras en desaparecer, dejando
detrás solamente las especies más re-
sistentes, pequeñas o cazadas en me-
nor grado (Nasi et al., 2008). En los
bosques amazónicos, ungulados tales
como el tapir, los pecaríes y venados
por su mayor tamaño tradicionalmen-
te son catalogados como especies de
alta importancia cinegética y de gran
valor para la subsistencia familiar y el
comercio regional por lo que siempre
sufren una mayor presión de caza con
el consiguiente declive acelerado de
sus poblaciones (Tejada et al., 2006,
Aquino et al., 2007, Sánchez y Vás-
quez, 2007). El presente estudio reali-
zado en el Territorio quichua de Cura-
ray con la participación directa de los
cazadores locales permitió visibilizar
que las poblaciones de ungulados
locales están en un proceso alarmante
de declive por la cacería, lo cual es ya
motivo de preocupación para las fami-
lias quichua por los efectos que pueda
tener en términos de su soberanía ali-
mentaria y de su propio Sumac Allpa
(territorio y biodiversidad en plenitud,
desde la visión quichua de vida). En
otros pueblos indígenas amazónicos
del Ecuador las causas de la reducción
de los ungulados de caza son muy si-
milares a las encontradas en el presen-
te trabajo (Siren et al., 2000). Estas
coincidencias sugieren la necesidad
de fomentar más el desarrollo de
investigaciones participativas sobre la
fauna y la caza en territorios indíge-
nas.
Desde diferentes enfoques
ahora se plantea urgentemente fortale-
cer la vinculación y participación
directa de las comunidades indígenas
en los programas de conservación de
la fauna silvestre incorporando aspec-
tos de su conocimiento, formas pro-
pias de organización local y regula-
ción ancestral del manejo de la biodi-
versidad (Costa-Neto, 2000; Guerra
et al., 2004). Es justamente en este
contexto, que las comunidades qui-
chuas de Curaray desde su propia vi-
sión y conocimientos proponen alter-
nativas para la recuperación y conser-
vación futura de los ungulados con la
creación de zonas, bajo distintos regí-
menes de manejo y conservación y
una normativa de caza sustentada en
conocimientos ancestrales de respeto
a la fauna y sus hábitats. Medidas tales
como crear áreas estrictamente prote-
gidas resultaron adecuadas para la
mantención de poblaciones fuente de
la fauna y para reposición de la vida
silvestre en áreas con caza en la Ama-
zonía peruana (Bodmer et al., 2000).
Así mismo, estrategias tendientes al
control comunal del acceso a ciertos
espacios como los saladeros contribu-
yeron en la conservación de la fauna
en Bolivia (Townsend, 2003).
En la actualidad varios estu-
dios demuestran coincidencias sustan-
ciales entre los resultados de la aplica-
ción de modelos analíticos tendientes
a analizar y proponer alternativas de
caza sostenible con los resultados
obtenidos a partir de las percepciones
y el conocimiento local de los cazado-
res sobre la situación de las especies
de importancia cinegética (Noss,
2000). Si esto es así, ¿qué estamos es-
perando para poner mayor atención al
conocimiento de los cazadores locales
como una herramienta para la genera-
ción de estrategias más concretas que
permitan recuperar y conservar la
fauna amazónica?
Conclusión
Para el Pueblo Quichua del
Curaray los ungulados son especies de
fauna de caza de importante valor por
sus usos, cuyas poblaciones están en
proceso de reducción dentro del terri-
torio inter-comunitario por el aumento
de la caza derivado de un mayor
acceso al mercado regional, la pérdida
de la cultura y el conocimiento ances-
tral quichua y la incursión de cazado-
res de pueblos vecinos al territorio
legalizado. Ante ello, las familias qui-
chuas en el ejercicio de sus derechos
colectivos, en un marco de equidad
respecto del conocimiento exógeno,
proponen alternativas viables para
recuperar y conservar a las especies de
mamíferos ungulados a mediano y
largo plazo como una estrategia para
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